La Comisión Nacional de la Competencia (CONACOM) investiga al Grupo Vierci —a través de su firma Retail S.A.— por presuntas prácticas abusivas que podrían haber contribuido directamente al encarecimiento de productos de consumo masivo en supermercados. Entre las irregularidades detectadas figuran modificaciones unilaterales de contratos con proveedores, presiones para ajustar precios en función de competidores y la imposición de descuentos y calificaciones arbitrarias.
Este comportamiento no es menor: el Grupo Vierci concentra una porción relevante del mercado minorista a través de las cadenas Súper Seis y Stock, además de tener presencia en medios de comunicación y distribución de productos. Esa posición dominante le permite fijar condiciones comerciales que proveedores más pequeños no tienen capacidad de resistir. Cuando un conglomerado de este tamaño utiliza su poder de mercado para forzar condiciones, no solo afecta a sus proveedores y competidores, sino que termina trasladando esas distorsiones al precio final que paga el consumidor.
En paralelo, el analista de datos Samuel Acosta subrayó un fenómeno llamativo: aunque el país registra un crecimiento económico del 5,6% en ventas y PIB, la percepción ciudadana es negativa. La causa principal: la inflación alimentaria, que ya ronda el 10%. Es decir, la economía crece, pero los precios de los productos básicos suben más rápido que los ingresos, erosionando el poder adquisitivo y afectando el ánimo social.
La conexión entre ambos hechos es clara: si un grupo económico con posición dominante manipula unilateralmente precios y condiciones en la cadena de comercialización, está en condiciones de empujar al alza los precios de todo el mercado. Esto, sumado a la información sensible que exige a sus proveedores sobre la competencia, le permite influir indirectamente en el comportamiento de precios del resto de los supermercados, generando un efecto dominó inflacionario.
En mercados concentrados, como el paraguayo, donde pocos grupos manejan gran parte de la distribución de alimentos, estas prácticas tienen un impacto macroeconómico real. El precio que una gran cadena “decide” aceptar o imponer a sus proveedores termina convirtiéndose, de hecho, en el precio de referencia del mercado, trasladándose a los consumidores y afectando el índice general de precios al consumidor (IPC).
Así, mientras las estadísticas macroeconómicas muestran crecimiento, la dinámica de poder en la cadena de valor explica por qué la inflación en alimentos —el rubro más sensible para la población— sigue siendo elevada. Lo que se investiga no es solamente una infracción comercial, sino un fenómeno con consecuencias directas sobre el costo de vida de millones de paraguayos.