En los últimos dos meses se han registrado al menos cinco denuncias públicas de intentos de rapto de niños y adolescentes en distintos puntos del país, lo que enciende una señal de alarma en la ciudadanía y las autoridades.
Casos en Villa Elisa, San Lorenzo, Caaguazú, Itá, Asunción y Encarnación evidencian un patrón inquietante: desconocidos que se acercan a menores de edad en la vía pública, en inmediaciones de escuelas o incluso frente a sus propias casas, intentando convencerlos o forzarlos para llevárselos. En todos los episodios, la rápida reacción de los propios niños, de familiares o de transeúntes evitó que se concretara el delito.
Aunque cada hecho es independiente, la sucesión de denuncias refleja una creciente preocupación social. Padres y comunidades educativas reclaman mayor presencia policial en horarios de entrada y salida de clases, así como campañas de concienciación dirigidas a niños y adolescentes para que sepan cómo actuar frente a una situación de riesgo. Especialistas en seguridad coinciden en que los intentos de rapto son cada vez más frecuentes y que la prevención —a través de la vigilancia comunitaria, el diálogo familiar y la denuncia inmediata— resulta fundamental para frenar este tipo de delitos. El desafío está en no normalizar los casos y en exigir respuestas rápidas que garanticen la seguridad de los más vulnerables.