En la ciudad de Lambaré se registra un caso que genera serias dudas sobre la eficiencia —y la transparencia— en la gestión municipal: una propiedad lleva 11 años sin pagar el impuesto inmobiliario, acumulando una deuda millonaria que, hasta hoy, el Municipio no ha reclamado de manera efectiva.
La situación despierta preguntas inevitables: ¿cómo es posible que durante más de una década la Municipalidad no haya tomado ninguna medida para exigir el cumplimiento de esta obligación? El silencio administrativo abre la puerta a sospechas de arreglos o coimas que habrían permitido al contribuyente eludir sus responsabilidades sin consecuencias.
El impacto de esta desidia es directo en la calidad de vida de los lambareños. Los recursos que deberían ingresar a las arcas municipales a través del cobro de impuestos son fundamentales para mejorar la infraestructura, fortalecer los servicios básicos y garantizar una administración más eficiente. Sin una política firme de cobro a los morosos, la ciudad pierde capacidad de crecer y desarrollarse.

Este caso no se reduce a una anécdota: es un síntoma de la ineficiencia y la falta de control en el Municipio de Lambaré. Mientras tanto, los contribuyentes cumplidores cargan con el peso de sostener una administración que parece mirar hacia otro lado cuando se trata de grandes deudores.
La ciudadanía merece explicaciones claras. Y sobre todo, merece una gestión que actúe con transparencia y equidad, en lugar de dejar que las deudas millonarias se acumulen sin consecuencias durante más de una década.