Por Carlos Duarte
En nuestro Panorama político tenemos una gran variedad de especies y especímenes qué actúan en este Ecosistema complejo llamado Democracia. Unos a favor, otros en contra pero todos al final del día forman parte de este engranaje qué sirve para el ejercicio del Poder y el Manejo de la cosa pública.
Entre tantas de éstas criaturas quisiera hablar de dos, que son muy similares pero que tienen sutiles diferencias y es de suma importancia hacer la caracterización. El primero es el Opositor, que en conjunto con otros individuos de la misma especie forman la Oposición. Este individuo forma parte importante dentro de la Democracia porque es el Contrapeso natural al Oficialismo (o sea, los que están en el Poder) y también fiscalizan las políticas y decisiones tomadas por éste. También ofrecen una visión diferente y alternativa en algunos casos.
Luego está el Contrera, qué en palabras del genio Helio Vera en su “Diccionario Contrera” (1994) lo describe con los siguientes términos: “Se caracteriza por su escepticismo visceral ante todas las cosas. No le gusta nada, no le convence nada, no apoya nada. Sólo se opone. Su hábitat por excelencia es la llanura”.
Con toda esta conceptualización queda poco por decir para lo que sería el contrera, más que un individuo que no apoya nada que pueda mejorar el país ni nada por el estilo, es más un resentido social con fuertes tendencias progresistas (qué no es coincidencia) sin importar el partido político de cual forma parte y que solo le ve lo “perjudicial” incluso a algo que pueda beneficiarlo.
Con esta distinción ya hecha podemos terminar diciendo que el primero suma, es útil para el desarrollo y la construcción de una Democracia Fuerte y el segundo sólo sirve para la crítica inútil y que no contribuye a un debate productivo per se. Sino más bien sirve para desahogar frustraciones.
Dicho esto, dejo una pregunta para finalizar:
En nuestro querido Paraguay, ¿hay más Contreras u Opositores?