Dos días perdidos. Dos jornadas completas esperando la visita de técnicos que nunca aparecieron. Esta es mi experiencia y seguramente la experiencia que cientos de clientes viven y toleran con creciente indignación al contratar los servicios de Personal Paraguay, una empresa que parece haber hecho de la desidia y el destrato su política de atención al cliente.
La situación resulta indignante no solo por el incumplimiento flagrante de un compromiso técnico, sino por la actitud de la empresa al momento de responder: evasiva, burocrática, sin asumir responsabilidad alguna ni ofrecer solución real. El cliente es ignorado, invisibilizado, tratado como un número más. Mientras tanto, el tiempo, ese recurso que nadie devuelve, se pierde, se malgasta, se desprecia.
Lo más grave, sin embargo, es la impunidad con la que operan. No hay un pedido de disculpas. No hay compensación. No hay respuestas claras. Sólo un silencio arrogante y una cadena de excusas mecánicas que demuestran que en Personal Paraguay, la eficiencia no es prioridad y el respeto por el tiempo ajeno brilla por su ausencia.
En tiempos donde la conectividad es clave para el trabajo, la educación y la vida misma, que una empresa como Personal no sea capaz de cumplir algo tan básico como una cita técnica pactada, dice mucho más de lo que parece. Y lo que dice no es bueno.
Los clientes merecen algo mejor. Y Personal Paraguay debería recordarlo antes de seguir cavando su propia fosa de desprestigio.