Este 4 de junio se cumplen 36 años de uno de los episodios más oscuros y brutales del comunismo moderno: la masacre de la Plaza de Tiananmén, en la que el régimen chino ordenó aplastar con tanques y balas a miles de estudiantes y ciudadanos que reclamaban reformas democráticas, libertad de expresión y el fin de la corrupción. Fue un grito de libertad ahogado a sangre y fuego por el Partido Comunista Chino, que desde entonces ha perfeccionado el arte de la censura, la vigilancia y la represión.
En 1989, el mundo presenció con horror cómo un régimen dispuesto a todo para mantenerse en el poder abrió fuego contra su propio pueblo. Hasta hoy, nadie sabe con certeza cuántos murieron: se habla de cientos, posiblemente miles. Las cifras oficiales fueron enterradas junto con la verdad. Lo que sí es claro es que el precio de pensar diferente en China puede ser la muerte o el olvido.
El Partido Comunista no solo borró de su historia oficial la masacre, sino que persigue activamente a quienes osan recordarla. Las imágenes del “hombre del tanque”, símbolo global de valentía frente a la tiranía, están prohibidas en territorio chino. Mencionar Tiananmén en redes sociales puede llevarte a la cárcel. Encender una vela en Hong Kong, como se hacía hasta hace poco, ahora se considera subversión.
Hoy, tres décadas y media después, el régimen chino sigue siendo una dictadura, aunque con fachada de modernidad. Controla a más de mil millones de personas mediante tecnología, censura y represión, aplasta minorías étnicas como los uigures, pisotea la libertad en Hong Kong y busca exportar su modelo autoritario al resto del mundo, incluso infiltrándose en organismos internacionales y universidades extranjeras.
Recordar Tiananmén no es mirar al pasado: es una advertencia para el presente. Es un recordatorio de que el comunismo, cuando tiene el poder absoluto, no dialoga: impone, silencia y mata. Por eso, mientras China siga negando sus crímenes, el mundo libre tiene el deber de recordarlos. Porque el olvido es el terreno fértil donde germina la tiranía.