Se entiende el progresismo como una doctrina que busca una sociedad más equitativa, justa, tolerante e inclusiva. Aparentemente, ser progresista es igual a ser un soñador que lucha por los más necesitados, excluidos y poco afortunados de una sociedad. No es de extrañar que los jóvenes tiendan a convertirse en militantes de esta doctrina, pues todos sus postulados apelan a los sentimientos y emociones. La etapa superior del progresismo es el globalismo, puesto que es mejor un panóptico que controle y resuelva todo a nivel global que confiar sus nobles objetivos a unos gobiernos locales que pueden ser reemplazados en la siguiente elección.
En la Cumbre para el Desarrollo Sostenible, septiembre 2015, la ONU presentó su Agenda 2030, la versión más moderna del globalismo. Son 17 objetivos, que, obviamente, no se cumplieron, ya que son fantasías irrealizables muy típicas de la izquierda posmoderna. Sin embargo, dado el fracaso del proyecto 2030, los tecnócratas de la ONU han planteado el proyecto 2045, una versión extendida de la anterior agenda. Veamos y analicemos sus puntos centrales.
1.- Desarrollo sostenible y erradicación de la pobreza: Se promueve un modelo de desarrollo inclusivo que fomente la creación de empleo digno, el acceso equitativo a recursos y oportunidades, y la implementación de políticas públicas que reduzcan la brecha entre ricos y pobres. Traducción, más impuestos, regulaciones y subsidios que, en realidad, no combaten la pobreza, sino al capitalismo, que, paradójicamente, es el único método posible para que las naciones alcancen prosperidad.

2.- Paz y seguridad internacional: En un mundo cada vez más polarizado y con crecientes tensiones geopolíticas, la Agenda 2045 busca establecer un marco de cooperación que fortalezca la paz y la seguridad internacionales. Lo que, en realidad, quiere decir es: naciones menos libres y sometidas a un poder global antidemocrático. De hecho, el COVID19 fue el primer gran experimento de una tecnocracia tiránica imponiendo sus medidas de control y vacunas a diestra y siniestra.
3.- Innovación y cooperación digital: Esta busca regular las tecnologías emergentes, promover la cooperación digital y garantizar que la inteligencia artificial y otras innovaciones se utilicen de manera ética y responsable. Se promueve la creación de marcos legales internacionales para regular el uso de la inteligencia artificial y la protección de datos, así como la erradicación del discurso de odio en las redes sociales. Básicamente, censura a nivel global bajo el eufemismo de «discurso de odio», pues todas las posiciones son válidas, menos las cristianas, conservadoras y provida, que son las más atacadas en redes sociales y foros de internet.

4.- Juventud y generaciones futuras: La inclusión de las generaciones más jóvenes en el desarrollo global es fundamental para la Agenda 2045. Se propone un enfoque educativo que promueva el pensamiento crítico, la innovación y la conciencia ambiental. Este es, quizás, el punto más contradictorio, porque, al menos, desde la Cumbre del Cairo del año 1994 la ONU ha fomentado el control de la población mediante métodos como el aborto y todo el discurso contra la familia. Hoy, gran parte de Occidente, enfrenta tasas de natalidad negativas, por ejemplo, según El Centro de Investigaciones PEW, el 70% de la población europea supera los 35 años. Habrá que preguntarles a los burócratas de la ONU, ¿con que jóvenes piensan dialogar el 2045?
5.- Transformación del gobierno global: La Agenda 2045 también aboga por una reforma del sistema de gobernanza global, especialmente del Consejo de Seguridad de la ONU, para hacerlo más inclusivo y representativo. Esto incluiría la incorporación de nuevos miembros permanentes de diferentes regiones, como América Latina, Asia Pacífico y África, con el fin de reflejar mejor la realidad geopolítica actual. Traducción, que países como Cuba e Irán, cuyos rasgos totalitarios son innegables, ocupen cargos importantes. De hecho, Fidel Castro siempre buscó que sus socios musulmanes sean parte importante de los consejos de la ONU.

En conclusión, el globalismo no es desarrollo, sino una demoledora ideología que supone el más ambicioso proyecto de ingeniería social y control total en curso. Institucionalizada en organizaciones que, por definición, no tienen ni patria, ni territorio ni pueblo, esta ideología pretende parir un régimen político antidemocrático de alcance global, claro que en el camino va a destruir naciones, libertades y vidas.