La diputada Johanna Ortega, actualmente en funciones, confirmó su intención de competir por la jefatura de la Municipalidad de Asunción en las próximas elecciones. “Voy a ser candidata a la intendencia de Asunción”, declaró de forma categórica durante una entrevista en Radio Ñandutí, oficializando así su salto a la arena municipal sin abandonar su banca en la Cámara de Diputados.
Sin embargo, lejos de recibir apoyo esperado, el anuncio despertó una ola de cuestionamientos en redes sociales, muchos de ellos recordándole su propia postura de años atrás contra otro parlamentario que hizo lo mismo: Sebastián García, entonces diputado y aspirante a la intendencia por el Partido Patria Querida.
En aquella ocasión, Ortega había fustigado a García por mantener su banca mientras realizaba campaña política. “No es ético hacer una campaña para la intendencia siendo diputado. Hay conflicto de intereses. Él es parte de un cuerpo que legisla y que quiere cambiar las reglas de una institución que dice que quiere dirigir”, escribió en su momento, cuestionando además el cobro de su salario mientras realizaba proselitismo. “Gs. 32.774.840 cobra un diputado mensualmente. Eso le pagamos a Sebastián García para que legisle a tiempo completo. Ahora le pagamos también su sueldo para que haga campaña”.
Hoy, ese mismo argumento se le vuelve en contra. “¿No era ético entonces y si lo es ahora?”, fue una de las preguntas que se repitió en redes sociales. La esposa de García, Gabriela Adorno, también salió al cruce: “La vida da muchas vueltas Johanna, pedías la renuncia y ética de Sebastián García atacando así a nuestra familia y hoy haces campaña desde el mismo cargo que criticabas. Una joda! Espero que renuncies al sueldo que señalabas porque te pagamos para que ocupes tu tiempo en legislar”.
El episodio reaviva el debate sobre la ética en el ejercicio de cargos públicos y la utilización del tiempo y recursos del Estado para fines electorales. También expone una vez más las contradicciones de quienes, desde el discurso, exigen altos estándares de conducta a sus adversarios, pero parecen no aplicarse las mismas exigencias cuando se trata de sí mismos.
Por ahora, Ortega no ha respondido públicamente a las críticas ni ha anunciado una eventual renuncia a su dieta como diputada mientras encara la campaña.