Desde luego que debe desengañarse el lector, pues el título es mero «clickbait», como se dice hoy en día en la juerga de los internautas.
Pero al mismo tiempo, debe señalarse que la película «Guasón 2: Locura de a Dos» (Joker 2: Folie á Deux) tampoco es una celebración de la ideología liberal-progresista que corroe al mundo en el que vivimos. Ni lo uno, ni lo otro.
Recálquese también que deberíamos, aunque sea difícil en nuestros días, hacer el esfuerzo para observar a las cosas más allá de lentes ideologizados. Los prejuicios de bandos y de colores a veces nos impiden analizar con más criterio a las cosas que acontecen.
Y la película «Guasón 2» del director estadounidense Todd Phillips es un auténtico acontecimiento cinematográfico, digno de comentario con más matices de los que están apareciendo en las redes sociales o en algunos sitios especializados en el tema.
Empecemos diciendo (aunque ya adelantamos que la película no tiene, al menos abiertamente, mensajes ideológicos) que las actuaciones son brillantes. Joaquín Phoenix, el mejor intérprete de nuestra época, retoma su rol como el Guasón en su faceta de Arthur Fleck; me atrevo a decir que su presentación es todavía más profunda y despierta mayor oscuridad (también fruto de la dirección del filme) en esta obra. En las sutilezas se encuentra la brillantez, pero no quiero «espoilear» a nadie. Y lo mismo puedo añadir de la denostada Lady Gaga, quien hace un sorprendente buen trabajo en su papel de Harley Quinn.
En términos de producción y cinematografía, no cabe duda de que la película está hecha con la calidad de un artesano, y esto cualquier profano puede advertirlo. La música, tensa y oscura, la iluminación con colores sombríos y grises, el tono general de las escenografías y las imágenes hechas con lúgubre y deprimente aspecto. El filme exuda precisamente todo eso: un pesado, plomizo, amargo y rancio ambiente de depresión, nihilismo, opresión y tristeza generalizadas.
Además, la película es del género carcelario y en parte jurídico. Es decir, tiene lugar en la penitenciaría de Arkham en la negruzca y semi ficticia Ciudad Gótica. Este no es detalle menor: género carcelario. No soy un empedernido cinéfilo pero está por descubrirse que exista una película del «género carcelario» que sea mala.
No hay tal cosa. Todo lo que ocurre en la prisión, con seres humanos reducidos a la máxima miseria en situación de vejámenes y privaciones, queda siempre potenciado al infinito por la gran pantalla; en la cárcel no hay tiempo para tonterías y sobra el tiempo para decirlo todo sin que nadie escuche. Pero podemos verlo, representado en el cine, con dolor y crueldad, con acuciante pavor ante la claustrofobia del encierro. «Guasón 2» es una película de cárceles y está todo dicho. Sombría, sórdida, penumbrosa, con tinieblas y claroscuros. Camina, más bien tambalea lento y fatal, con todo el nihilismo a flor de piel. No hay película hecha en una cárcel que pueda ser mala, esto es un axioma del cine y «Guasón 2» no es la excepción.
Este filme no puede verse ni entenderse sin que uno mire la película que lo precede, de la que es una secuela casi total en donde se llega a la lógica conclusión de lo que pasó en la primera parte. Parece una obviedad pero se recomienda vivamente mirar «Guasón 1» para entender «Guasón 2».
En la segunda entrega se añadieron momentos musicales, que aparentemente no son sino las ensoñaciones del mismo Arthur Fleck pensando en las ilusiones que pudieran sostenerlo en un mundo atroz contra él y contra todos los que son como él. Quizás por momentos los cortes musicales parecen innecesarios, pero a la vez, aumentan la tensión y otorgan un poco de colorido a los ojos golpeados por los muros de piedra rústica del hacinamiento carcelero. Lady Gaga realmente brilla en estos instantes y Joaquín Phoenix se muestra como un eximio bailarín, con los sonidos de música bien estadounidense, que también es un testamento: el sueño americano que no existe sino en los que están muy dormidos y que no es otra cosa sino una efímera y mentirosa fantasía.
De nuevo, sin intención de «espoilear» más de lo necesario, solamente revelaré que Arthur Fleck será sentenciado a muerte, que existen fanáticos del Guasón siguiendo su caso en la televisión y que protestan por su liberación vistiendo como él; que hay una mujer llamada Harley Quinzel, que presuntamente está haciendo una terapia musical en la correccional dónde se encuentra Arthur Fleck y aparentemente ella se enamora de él; luego ambos inician una relación y la mujer le llega a indicar, en cierto momento, que estaba embarazada; el protagonista, inspirado por su nueva novia y alentado por las ensoñaciones cada vez más intensas, ignora las advertencias de su abogada que le dice que Harley Quinn no está en ninguna «terapia» ni es del mismo «barrio pobre» del Guasón sino que se trataría de una mujer de «buena familia» que estudió psiquiatría y que solamente quería aprovecharse de la fama del personaje «Joker» apareciendo ella como «la mujer del Guasón».
Desde luego que esto no le importa a Arthur Fleck, quien persiste en su evasión fantástica de la realidad… Hasta que la realidad le patea en el rostro… Todo era una manipulación, un engaño, una horrenda charada en la que a nadie verdaderamente le interesa la vida o los sentimientos de Arthur Fleck; al contrario, él mismo comprende que sus acciones son propias de un monstruo que alimenta a otros monstruos, que no pasa de ser un «fenómeno de circo» y que hasta la única persona que sentía cariño hacia él, ahora solamente le tiene miedo… Y en el final, uno de sus seguidores termina asestándole el golpe definitivo para dar cierre al vicioso círculo de la tragedia…
¿Quién ama a Arthur Fleck?
Nadie. En un mundo de virtualidades y meras apariencias, no hay tiempo para recorrer las profundidades de las miserias humanas; a nadie le interesa el sufrimiento de una cárcel en donde seres sórdidos y dantescos padecen los suplicios de un sistema desalmado y tétrico que no concede redención ni perdón a los condenados.
Arthur Fleck vive en una realidad demasiado cruel. Es más, en una híper realidad extremadamente cruel, la náusea se apodera de todo el espectro. No hay sino depresión y sordidez en esta tragedia sin héroes y sin villanos; estamos en el mundo de los anti héroes y de los anti villanos, empezando por el mismo Guasón que no es sino una fantasía, pasando por la manipuladora y decadente Harley Quinn, y terminando con el mismo Arthur Fleck que sucumbe ante la amarga pesadumbre de su anodina y mísera existencia.
En ese mundo, que es una pintura clara de nuestra actualidad, ni siquiera hay espacios para los chistes o las sonrisas; solamente en una ocasión, con la tensión al máximo ante la inminente tortura y humillación que está por sufrir Arthur Fleck, se suelta un chascarrillo que es tan negro como todo lo que sucede ante nuestros ojos. Y luego la náusea, una vez más.
Voy a romper una lanza para decir que estamos ante un peliculón que marcará una época. Inundado está el mercado cinematográfico y televisivo de películas o series con fantasías alucinantes, de cuentos de hadas o historias edulcoradas que funcionan como evasión y como narrativa para los diferentes discursos de los ámbitos políticos, para la «batallita cultural» tan mentada hoy en día. Y luego tenemos a esta obra de arte llamada «Joker 2: Folie á Deux» que quiebra en pedacitos a todas las ilusiones y también a todas las pretensiones reduccionistas de ideólogos y doctrineros de izquierda- derecha-centro, que nos da un martillazo de híper realidad (en una historia ficticia con personajes sacados del mundo de los cómics, para más retruécano) y que nos dice sin disimulos que «las cosas están peor de lo que parecen y es tiempo de despertar de los sueños americanos, con música americana y bailecitos a la americana (entendido «americana» por «yanqui») que no existen sino en la imaginación, tanto como el Guasón y los personajes de las historietas y las películas y las novelas y las series con las que el mundo se evade de sí mismo, son mero producto de la fantasía y de la virtualidad.
El sufrimiento humano es real, es deprimente, es pesado y perverso como las más horrendas facetas del hombre. No hay final feliz, no hay posibilidad de redención en este sistema manejado por personas que quizás no sean muy diferentes a Arthur Fleck en el fondo; el «Guasón» nada más sirve como mera evasión momentánea, como algo que uno inventa para soñar y no enfrentar la realidad: de que la cosa está muy rota y ya no tiene arreglo (en inglés la frase es más contundente: «broken beyond repair»).
Es una visión extremadamente pesimista y deprimente (vocablo que se usó varias veces en esta crítica). Y quizás a muchos moleste que este zarpazo de híper realidad más allá de cualquier ideología se haya hecho con un verdadero «ritual de humillación» para el personaje que representaba al Guasón. Pero no olvidemos que «The Joker» fue siempre un villano que «recibe lo que merece» y también, que en el fondo a nadie le interesan los seres del mundo de la ficción. Amigos: el Guasón no existe, es un invento literario creado por DC Comics; pero el sufrimiento humano y la miserable realidad de millones de personas, locas o encarceladas, inocentes o culpables, eso sí existe. A nadie le importa que Guasón haya sido sometido a un «ritual de humillación». Tal vez es más importante ver que… En este sistema vivimos inmersos y sometidos a un «ritual de humillación» del que no nos damos cuenta pues preferimos soñar y evadirlo todo con el reino de los musicales y la fantasía.
Finalmente, debo decir que la película es muy artística sin duda y que permite todo tipo de comentarios intelectualoides que algunos tomarán por presuntuosos (esta crítica, por ejemplo). Pero pido que me dispensen una indulgencia: verdaderamente el filme es fácilmente comprensible y sí uno lo mira como algo «aislado», sin pensar en el bagaje o el nombre de los personajes, llegaría a una conclusión similar a la que planteo aquí; es que a la gente le molesta, probablemente, que en una película de súper héroes (o súper villanos), en vez de ver explosiones artificiosas, magia y colores, hombres musculosos y mujeres hermosas a los que «no les duele la muela» y que vuelan en los aires entre dragones, bombas y espadas, tengamos a un tipo llamado Arthur Fleck que es una piltrafa miserable que sufre todos los dolores de una humanidad enferma, demente y vacía de sentido sin que haga nada de extraordinario más que marchar al suplicio y a la picota.
Usted sacará sus propias conclusiones pero yo afirmo que «Guasón 2» es una verdadera obra maestra, con todos los ingredientes de una excelente superproducción que nos entrega un filme humano, demasiado humano; cruel, gris, sórdido, deprimente y anti fantástico, con algo de música para aligerar a los tormentos de los sueños inalcanzables.
Calificación: 8 de 10.
No sé si esto es un puro sarcasmo.