“He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu”.
Eclesiastés 4:4
Cuando le recordaba a mi madre que somos parte del pueblo elegido, ella respondía: “elegido para sufrir”, lo cual es cierto en parte. Pero, cuanto más el sufrimiento, luego, mayor el gozo, es una situación especial que siempre le tocó vivir al pueblo de Israel a lo largo de su larga historia.
“Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra”.
Éxodo 19:5
Es el único ejemplo en la historia humana en el cual el Creador y por ende dueño de la Tierra, decide escoger un pueblo y darle una parte de su propiedad para que habite en ella.
El Señor explica por qué lo hizo y esto es fundamental para entender sin lugar a dudas y de una vez por todas a quien corresponde la tierra prometida, aunque en ningún lado veo que se enseñe o se debate sobre el tema. Y aún lo haga solo yo, es la verdad.
En el capítulo 18 del libro Levítico se enumera más de una veintena de pecados que el pueblo de Dios no debe cometer para no contaminar su tierra. Concluye con los siguientes versículos (22-23):
“No te echarás con varón como con mujer; es abominación. Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él, ni mujer alguna se pondrá delante de animal para ayuntarse con él, es abominación”.
Entonces, la advertencia: “En ninguna de estas cosas os amancillareis: pues en todas estas cosas se han corrompido las naciones que yo echo de delante de vosotros, y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, y la tierra vomitó sus moradores”. 24-25
“Guardad, pues, vosotros mis estatutos y mis ordenanzas, y no hagáis ninguna de estas abominaciones, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros, no sea que la tierra os vomite por haberla contaminado, como vomitó a la nación que la habito antes de vosotros”. 26,28
“Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel”.
Éxodo 19:6
La palabra “santo” no tiene el sentido “sexofóbico” que le dan los católicos, el termino original en hebreo es “kadosh” cuyo significado es apartado de toda idolatría, inmundicia y de toda contaminación. El catolicismo es idólatra e hipócrita en consecuencia, no tiene nada que ver con el verdadero cristianismo cuyo origen es el judaísmo. De hecho, Cristo cumplió a cabalidad la ley Mosaica y sentenció categóricamente: “No he venido a derogar la ley si no a cumplirla”.
El siguiente remate es importante para contra restar el mayor ingrediente del antisemitismo imperante: la envidia.
“No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones Jehová tu Dios las arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que Jehová juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob”.
Deuteronomio 9:5
“Por tanto, sabe que no es por tu justicia que Jehová tu Dios te da esta buena tierra para tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres tú”.
Deuteronomio 9:6
No obstante, jamás sentirán nada parecido al gozo que tenemos hoy los judíos luego del rescate a nuestros hermanos por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel en una operación comando espectacular que solo el mejor ejercito del mundo lo puede hacer.
“Has cambiado mi lamento en baile: desataste mi cilicio y me ceñiste de alegría.”
Salmo 30:11
Más para pequeño deleite de los antisemitas: “No por ser vosotros más que todo el pueblo os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto.” Deuteronomio 7:7-8
No es que el Estado de Israel hoy día hace lo que quiere como repiten los “sabiondos” analistas para criticarlo, además dicen que no respeta a nadie y no toma consejo de ninguno. Es que hace lo que debe para sobrevivir y cuidar las vidas de sus habitantes tomando decisiones y realizando acciones que superan las ficciones de las súper producciones del cine y que ningún otro ejercito del mundo es capaz de hacer porque no tienen el coraje principalmente ni el nivel de inteligencia suficiente para hacerlo.
Si se le hacía caso a Joe Biden de no entrar en Rafah y en caso de que lo hicieran lo harían sin su ayuda, no se hubieran rescatado con vida a los cuatro rehenes de las garras de las ratas cobardes y asesinas de Hamas.
Cúrense la envidia los gentiles, al menos si quieren liberarse de la maldición, miren que se viven tiempos en los cuales los juicios de Dios a la Tierra toda han comenzado e Israel es su vara de justicia.
Y si no la expían, les tengo otra dosis así vomitan de empacho de envidia. Aquí les va:
“Porque no me avergüenzo del evangelio pues es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primero y también al griego.”
Romanos 1:16
Aun en el Nuevo Pacto y la predicación del Evangelio de Cristo por toda la Tierra y a toda criatura, el Señor estableció una jerarquía en favor de su pueblo. De modo que, luchen contra la envidia al pueblo elegido por Dios o ahóguense en ella por los siglos de los siglos, amén. Y mal que les pese, sepan que Israel es invencible y triunfará porque su ejército tiene miles de años
de entrenamiento y un supremo comandante en jefe que se dio a conocer, entre otros nombres, como Jehová de los Ejércitos. ¡Aleluya!