Con esto cierro la trilogía sobre Javier Milei, hoy, milagrosamente, gracias a Dios y el trigo argento, presidente de la República Argentina.
Nació en Buenos Aires, Palermo, barrio norte, mayoritariamente habitado por gente de clase alta y sin duda el más elegante de la capital. Economista, futbolista, arquero, rockero y libertario. Autor de varios libros sobre la ciencia en la que se especializó con el tinte de su ideología. Hasta aquí, cualquier cosa menos un gaucho.
No es mariano ni va a la iglesia y detesta la Doctrina Social de la Iglesia Católica y a su cabeza el papa, a quien considera el anticristo a pesar de ser su compatriota.
Javier va a la sinagoga y lee la Torá (El Pentateuco=Ley Mosaica), se pone la kipá y flamea en las calles ante las multitudes la bandera de Israel, parece cualquiera menos argentino.
Y digo bien, parece, porque esta generación de idiotas solo conoce la argentina peronista, fascista, estatista, antisemita y populista.
Pero hay otra que subyace, cuya bella cáscara sobrevive hasta hoy en la belleza de su cuidad capital entre otras como prueba incólume de una mejor existencia. Es la Argentina verdadera que fue usurpada, vejada y saqueada hasta ayer por la corrupta cizaña peronista.
Primero fue el general Manuel Belgrano, uno de los fundadores de la Nación, gran cultor del cannabis. Luego vino Juan Bautista Alberdi, tucumano, autor intelectual de la Constitución liberal de 1853, la cual, fue la base de la posterior grandeza argentina que reivindica Milei. Entonces, sobre esta siembra llegó el conquistador de la Patagonia y a la vez mejor presidente que tuvo el país en su historia: Julio Argentino Roca, tucumano también, quien coaguló las ideas liberales de su coterráneo en los dos periodos de su presidencia; 1880-1886 y 1898-1904.
¡Ignorantes! La historia argentina comenzó mucho antes que el “Pocho” llegase a la presidencia como la de Paraguay también mucho antes que el “Rubio” tomase el poder. Hay que ver la película desde el principio y no contar solo la última parte, así no tiene sentido, por ello, gran parte de esta generación no ejerce el sentido común y lo ha transformado en el menos común de los sentidos.
Imagino a Jesús reprender en voz alta con vehemencia hoy: “¡Generación de idiotas!” en vez de “¡Generación de víboras!”. Les aseguro que prefiero esta última.
Tampoco diría yo: “¡Juventud divino tesoro!” sino “juventud que ignora la historia y come basura”. Por eso la mayor parte de ella está perdida, creen y dicen estupideces y se entretienen con bostas como Bad Bunny o su versión femenina -Lali Espósito- de cuya existencia me enteré cuando Milei dijo no saber quién es.
Sin duda el gaucho es una de las figuras más representativas de la Argentina. La historia nos cuenta que eran jinetes muy hábiles y se dedicaban a los trabajos rurales. Me gusta mucho esta definición: “El gaucho era nómada, sin apegos ni prejuicios, cantó su rebeldía (las payadas) y amó la libertad. Nunca tuvo patrones y se ganó el sustento trabajando en el campo. Hábil jinete y criador de ganado se caracterizaba por su destreza física, su altivez y su carácter reservado y melancólico”. Se puede afirmar con toda confianza que hablamos del “cowboy” (vaquero) argentino con características propias.
De aquí podemos entresacar perfiles que den cuerpo al título de este artículo. Fíjense al principio de la definición aparece el concepto de “nómada”, si hay algo que caracterizó a los judíos por miles de años es justamente eso. Luego vemos en la misma definición el amor a la libertad, esto por supuesto coincide completamente con el perfil más importante de Milei. Sin duda la rebeldía de Javier a lo establecido por la casta política criminal es gauchesca y la habilidad como jinete se puede comparar a su brillante desempeño en los medios masivos de comunicación a pesar de que en ellos la mayoría de los “prostitutos intelectuales” le eran hostiles.
Fue en 1910 y en honor al centenario de la Revolución de mayo de 1810, en la época gloriosa de la Argentina, que Alberto Gerchunoff, considerado el padre de la literatura judía latinoamericana, publica en La Plata su singular obra “Los gauchos judíos”.
Es una novela inspirada en hechos reales de la primera inmigración judía a la Argentina principalmente desde Rusia y Polonia patrocinada por el barón Mauricio von Hirsch para librar a los hebreos del permanente y brutal acoso de los cosacos rusos. La mayor parte de los inmigrantes se instalaron en la provincia de Entre Ríos y como ellos dijeron, volvieron a sus antiguos menesteres.
“Solo los que viven de su ganado y de su siembra tienen el alma pura y merecen la eternidad del paraíso” está escrito en el Talmud.
Javier Milei es argentino y quiere ser judío, se lo identifica con un león, como el de Judá, símbolo de la tribu de los reyes de Israel a la que pertenecieron David, Salomón y el mismo Jesús.
Bienvenido seas hermano, pero antes debes quitarte la peluca del pendorcho, literalmente hay que poner los huevos sobre la mesa para ser judío, del pueblo escogido. Que bien enorme e histórico hizo el pueblo argentino al elegirte como su legítimo gobernante y que feroz elección harás vos convirtiéndote al judaísmo Señor presidente, serás el gaucho judío más conocido y admirado del planeta. Sos un fenómeno Javier Milei, gracias por tanto.
¡Viva la libertad carajo!
Shabat Shalom