La educación universitaria estatal se financia con impuestos, pretendidamente para facilitar el acceso a la educación terciaria a los menos favorecidos. Ese es el relato. Lo cierto es que detrás de este trasnochado cuento existen redes clientelares que viven colgadas del presupuesto estatal, a costa y en detrimento de los contribuyentes. Fundamentalmente es un tema de incentivos. Si se financia la oferta educativa, como en el caso de la UNA, los incentivos están dispuestos para que el poder político use la casa de altos estudios como botín político, la cual debe ser dotada de un jugoso presupuesto, porque en estos casos, el caso de entes políticos como la UNA, de lo que se trata es el tamaño de la torta que se debe cortar.
Hagamos números juntos:
- ¿Cuánto es el presupuesto 2023 de la UNA?
Se lo digo: Gs. 1.589.647.804.252, es decir, un billón quinientos ochenta y nueve mil seiscientos cuarenta y siete millones ochocientos cuatro mil doscientos cincuenta y dos guaraníes (Ley 7050 Que aprueba el presupuesto general de la nación para el ejercicio fiscal 2023, p.14). Eso en dólares es 219.503.977 $, doscientos diez y nueve millones quinientos tres mil novecientos setenta y siete.
- ¿Cuántos estudiantes matriculados tiene la UNA?
Los matriculados en la Universidad Nacional de Asunción oscilan anualmente los 55.000 estudiantes entre los cuales se encuentran las carreras de grado, los programas de postgrado, la formación profesional, entre otros programas.
- ¿Entonces cuánto cuesta cada estudiante de la UNA a los contribuyentes?
La relación es sencilla, amable lector, divida Gs. 1.589.647.804.252 / 55.000 estudiantes ¿Sabe cuánto cuesta a todos los paraguayos financiar anualmente la educación terciaria de cada uno de esos estudiantes? Gs. 28.902.687, es decir, veintiocho millones novecientos dos mil seiscientos ochenta y siete guaraníes, en promedio.
Naturalmente, eso da un gasto mensual total de la cuota por estudiante de la Universidad Nacional de Asunción es de Gs. 2.408.557, dos millones cuatrocientos ocho mil quinientos cincuenta y siete.
- Una conclusión preliminar contundente.
La idea es simplificar el análisis porque, evidentemente, no todos los estudiantes universitarios estatales cuestan la misma cantidad de dinero a los contribuyentes, así que haremos un ejercicio sencillo. Si analizamos por el promedio de aranceles, considerando una universidad privada como la UNIDA (top 11/15 del Ranking de Universidades Privadas del Diario 5 Días) tenemos el siguiente panorama en las carreras Derecho o Administrativas:
*Cada estudiante de Derecho la UNA le cuesta 545.441 Gs. por mes a los contribuyentes. Cada estudiante de la Facultad de Ciencias Económicas le cuesta mensualmente 688.829 Gs. a los contribuyentes.
Por otra parte, si consideramos el estándar más alto de aranceles de educación universitaria privada, donde incluimos a algunas de las carreras más prestigiosas del Paraguay, como ser Medicina y Odontología la UNA se consagra definitivamente como la universidad más cara del Paraguay, incluso más costosa que la Universidad Católica y que la Universidad del Pacífico (Top 2/15 y Top 5/15 del Ranking de Universidades Privadas del Diario 5 Días).
*Cada estudiante de Medicina UNA le cuesta la friolera suma de 22.641.434 Gs. por mes a los contribuyentes.
Cada estudiante de Odontología le cuesta mensualmente 5.079.588 Gs. a los contribuyentes.
Este sencillo análisis nos demuestra que la educación terciaria más cara del Paraguay es la educación estatal que provee la Universidad Nacional de Asunción. Lo estatal siempre sale más caro debido a la intermediación de un ente burocrático elefantiásico, donde los agentes no operan bajo los incentivos de ahorrar sino para despilfarrar y donde el interés personal no se orienta a dar el mejor servicio al menor precio, ¿cómo crecerían los salarios de funcionarios estatales de la UNA si acaso no fuera estando más alineados a las necesidades del poder político y menos relacionados con las necesidades de sus clientes, los estudiantes? La respuesta es evidente. Usted decidirá, amable lector, si tiene la humildad necesaria para arrodillarse ante los números, los cuales nos reclaman a gritos que la educación universitaria estatal es una burda estafa.