La oposición de Lambaré vuelve a repetir la misma receta que ya fracasó: ir dividida a enfrentar al Partido Colorado. El principal responsable de este nuevo quiebre es el candidato liberal Edu Molinas, quien se niega a medirse democráticamente con el aspirante del tercer espacio, Celso Núñez, bloqueando así cualquier posibilidad real de construir una alternativa sólida para la intendencia.
Fuentes internas confirman que el PLRA está ejerciendo una fuerte presión sobre Miguel Prieto, exintendente de Ciudad del Este, exigiendo que “devuelva” el apoyo político que los liberales le dieron a Prieto/Mujica en las últimas municipales de CDE. La lógica es simple: quieren cobrar favores, aun cuando esa exigencia esté destruyendo cualquier intento de articulación opositora en Central.
La figura de Molinas no es nueva en esta trama. Ya en las municipales anteriores la oposición terminó separada porque los liberales abandonaron a último momento el acuerdo que ellos mismos habían firmado. El resultado fue el que todo Lambaré recuerda: derrota asegurada y un Colorado nuevamente consolidado por culpa del quiebre azul.
Molinas responde políticamente al actual gobernador de Central, Ricardo Estigarribia, quien busca posicionarse como el gran “referente” de la oposición departamental, incluso a costa de repetir los mismos errores que han mantenido al PLRA hundido por años. La estrategia parece ser siempre la misma: imponer, presionar, y sabotear cualquier liderazgo ajeno al liberalismo, aun cuando ese liderazgo tenga respaldo ciudadano.
Pero la intromisión no termina en Lambaré. En otros distritos del departamento, los liberales también están exigiendo la renuncia de José Luis Chilavert en Luque, candidato del tercer espacio. Además, el PLRA “sugiere” que en los municipios de Central el tercer espacio solo presente listas de concejales, sin candidatos a intendentes, buscando blindar el control liberal en la negociación opositora.
La pregunta cae por su propio peso: ¿La prioridad del PLRA es ganarle al Partido Colorado o eliminar cualquier liderazgo que no se someta a su estructura?
Mientras tanto, la ciudadanía observa cómo la oposición vuelve a caerse sola, empujada por los mismos vicios de siempre: mezquindad política, presiones internas y la incapacidad histórica de construir unidad real. Si la película se repite, ya se sabe cómo termina.




