El apoyo del intendente esteño a Johanna Ortega en Asunción lo posiciona en el tablero opositor, pero también expone sus límites reales de influencia fuera de Alto Paraná.
El intendente de Ciudad del Este, Miguel Prieto, volvió a dar señales claras de que su ambición política trasciende las fronteras del Alto Paraná. El reciente video lanzado tras el triunfo de su fuerza política en su ciudad, en el que manifiesta su respaldo a Johanna Ortega —precandidata de País Solidario para la intendencia de Asunción—, fue leído por analistas como un movimiento de posicionamiento nacional y un intento deliberado por instalar su figura como referente de la oposición.
Sin embargo, el gesto no está exento de controversia. Prieto ignoró abiertamente el apoyo que también recibió su candidato local, Daniel Mujica, de parte de partidos como Patria Querida (PQ), el Partido Demócrata Progresista (PDP) y el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), fuerzas tradicionales que apuestan por una alternativa más amplia dentro de la oposición. Su decisión de alinearse con Ortega y no con Soledad Núñez, respaldada por ese bloque, marca una fractura en la estrategia opositora y pone de manifiesto su voluntad de diferenciarse de los liderazgos convencionales.
Desde una lectura política más amplia, el movimiento puede interpretarse como una jugada de alto riesgo. Por un lado, le permite a Prieto mostrar músculo político y construir visibilidad fuera de su territorio natural; pero, por otro, lo expone al desafío de medir hasta dónde llega realmente su influencia en la capital del país, epicentro del poder político y mediático nacional.
En los hechos, la apuesta de Prieto fuerza un escenario de internas dentro de la oposición, obligando a definir liderazgos y territorios de influencia en vísperas de las elecciones del próximo año. Para el intendente esteño, será también una prueba de fuego para evaluar su nivel de penetración y aceptación entre el electorado capitalino, un público mucho más heterogéneo y con prioridades distintas a las del interior.
Si logra capitalizar su imagen de dirigente “antisistema” y mantener cohesionado su movimiento, Prieto podría emerger como un actor relevante en la reconfiguración del mapa opositor. Si no, el intento podría terminar reduciéndose a una demostración efímera de poder local, sin impacto real en la política nacional.




