El Pentágono anunció este viernes el envío del USS Gerald R. Ford, el portaaviones más grande y moderno de la Armada estadounidense, hacia el mar Caribe, como parte de una operación militar de gran escala contra el narcotráfico internacional impulsada por la administración de Donald Trump.
La medida fue confirmada por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien ordenó al buque insignia, actualmente en el mar Mediterráneo, dirigirse de inmediato al Caribe acompañado de aviones de combate, aeronaves de vigilancia y buques de guerra. La flota, compuesta por seis destructores y más de diez mil efectivos, permanecerá en alerta operativa en la región, lista para responder a posibles amenazas.
Según fuentes del Departamento de Defensa, el despliegue se enmarca en el operativo naval antinarcóticos que Washington lleva adelante en aguas internacionales del Caribe y el Pacífico, con el objetivo de neutralizar rutas del tráfico de drogas y desarticular redes criminales transnacionales. En los últimos meses, las fuerzas estadounidenses han abatido al menos siete “narcolanchas” durante patrullajes conjuntos con países aliados.
Tensión con Caracas
El movimiento militar coincide con un aumento de la tensión diplomática entre Estados Unidos y Venezuela, luego de que el Departamento de Estado reafirmara sus acusaciones contra el régimen de Nicolás Maduro por presuntos vínculos con el Tren de Aragua —una de las organizaciones criminales más violentas de América Latina— y con el Cártel de los Soles, red vinculada al narcotráfico y a altos mandos militares venezolanos.
En respuesta, durante un acto televisado, el mandatario venezolano intentó enviar un mensaje conciliador al gobierno estadounidense. En una mezcla de español e inglés, Maduro declaró:
“No a la guerra… Sí a la paz, para siempre”.
Y agregó:
“No a la guerra de los locos, no a la locura de la guerra”.
Una demostración de fuerza
La presencia del USS Gerald R. Ford —capaz de transportar más de 75 aeronaves y operar con tecnología de propulsión nuclear— representa una señal inequívoca del poderío militar estadounidense en el hemisferio occidental. Analistas internacionales interpretan el despliegue como una advertencia directa al régimen venezolano y a las redes criminales que operan en la región, en el marco de la política de “tolerancia cero” de Trump frente al narcotráfico.
El operativo, sin embargo, también eleva el riesgo de nuevas fricciones geopolíticas en el Caribe, donde convergen intereses de potencias como Rusia y China, aliadas estratégicas del régimen de Maduro.
Con esta decisión, Washington reafirma su dominio naval y su capacidad de respuesta inmediata en la región, mientras Caracas intenta mostrarse abierta al diálogo en medio de un creciente aislamiento internacional.




