El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, ha lanzado un poderoso mensaje desde la CPAC en Budapest que ha resonado con fuerza en todo el continente. Ante líderes patriotas de toda Europa, Orbán ha celebrado el regreso del presidente Donald Trump a la Casa Blanca como el principio del fin del globalismo. «Dije que Trump ganaría las elecciones y así ha sido. El tornado Trump arrasó el mundo y le devolvió la esperanza», ha afirmado el mandatario magiar.
Orbán se ha referido a los primeros cien días del nuevo mandato de Trump como «una vacuna de la verdad para el mundo occidental» y una bofetada a las izquierdas que ya no pueden esconder su fracaso. «No nos ahogamos en el mar woke y no nos inundan los inmigrantes», ha señalado con contundencia.
Durante su intervención, ha denunciado el secuestro del sueño europeo por parte de Bruselas, que a su juicio ha traicionado los principios fundacionales de paz, prosperidad y seguridad: «Bruselas nos ha robado ese sueño. Lo que vivimos es una pesadilla. Los europeos se han convertido en personas ajenas en sus casas».
«El mayor problema de Bruselas es que apoya la guerra, mientras que Estados Unidos apoya la paz. Si hay guerra, hay más Bruselas y menos soberanía. Su modelo económico es el modelo económico bélico. La adhesión acelerada de Ucrania a la UE es una excusa para reorganizar Europa en el marco de la guerra. Queremos paz, no necesitamos que Ucrania sea miembro de la UE».
En un discurso cargado de referencias a líderes patriotas de todo el continente, Orbán ha denunciado la persecución política que sufren quienes se oponen al globalismo y al pensamiento único. «Están excluyendo a Le Pen, Salvini citado en los tribunales, impiden con violencia eventos de patriotas… En Europa se amenaza a la libertad desde dentro. Esto está a punto de cambiar, nuestros enemigos también lo saben», advirtió.
Ha mostrado su apoyo explícito a líderes como Santiago Abascal —»lo que está ocurriendo en España no tiene precedentes. Si hubiera competencia justa, VOX estaría en el poder»—, Geert Wilders, «nuestro héroe holandés», y Herbert Kickl, a quien aseguró que le «robaron la cancillería austriaca». También ha arremetido contra Manfred Weber, al que ha acusado de ser «hungarófobo», y contra la Comisión Europea por su doble vara de medir: «En Polonia están pisando todas las reglas y Bruselas lo está apoyando. Qué vergüenza».
Orbán también ha aludido al intento de asesinato del primer ministro eslovaco Robert Fico y ha mostrado su apoyo a líderes como Andrej Babiš o el polaco Mateusz Morawiecki, a quien ha animado a recordar que sólo ganando en casa se puede ganar también en Bruselas.
El líder húngaro ha defendido una Europa soberana y orgullosa de sus raíces: «Queremos soberanía, no queremos impuestos ni créditos comunes, ni control central. No queremos que nuestro dinero termine en una guerra de otros. Queremos reconquistar Europa de los inmigrantes. Queremos una cultura cristiana, calles sin temor, queremos estar orgullosos de nuestras naciones».
Y ha concluido con un mensaje claro:
«Hagamos grande Europa otra vez. La batalla acaba de comenzar».
La Gaceta (España)