Durante los 90, luego de la caída del Bloque Soviético, Cuba vivió una crisis económica aguda conocida como El periodo especial.
El periodo especial se definió, en principio, por severas restricciones en hidrocarburos en forma de gasolina, diésel y otros combustibles derivados que hasta la fecha Cuba obtenía de sus relaciones económicas con la Unión Soviética. Este período transformó la sociedad cubana y su economía, lo que llevó a que la dictadura hiciera urgentes reformas en la agricultura, produjo una disminución en el uso de automóviles, y obligó a reacondicionamientos en la industria, la salud y el racionamiento. Obviamente, no fueron reformas a favor de la población, sino que se trató de mejoras a los mecanismos dictatoriales de censura, dominación y control, Incluso comer carne se había convertido en un acto contrarrevolucionario.

Hugo Chávez se apoderó del Banco Central de Venezuela en 2007. Tras su muerte en 2013, el sucesor, Maduro, heredó niveles de inflación del 40 % anual, tras un fuerte aumento en la década anterior. En 2017, la mala gestión monetaria del régimen chavista había dejado la inflación en el 438% anual.
Adicionalmente, en 2007, se creó el Proyecto Nacional Simón Bolívar cuyo objetivo era: crear una sólida arquitectura ética de valores que conformen la Nación, la República y el Estado moral-socialista. Para ello, se planteó avanzar hacia un modelo productivo socialista donde El Estado conservaría el control total de las actividades productivas que sean de valor estratégico para el desarrollo del país con el objetivo, entre otras cosas, de incrementar la soberanía alimentaria.
La combinación de ambas medidas generó elevados niveles de escasez en los mercados, que fue la excusa perfecta para que la dictadura aplicara el control de precios y arremetiera contra los comerciantes. Irónicamente, mientras más perseguía al comercio, más subían los precios. Fue en esa época que se hizo famosa la frase de Chávez: «exprópiese»

¿Puede suceder un escenario similar en Bolivia?
A finales de año del 2022, ya se registraron las primeras colas por combustible en el país. En febrero del 2023, los ciudadanos bolivianos dejamos de tener acceso a nuestros dólares en el sistema financiero. Durante todo el 2024, los problemas de combustible se agravaron al extremo de forzar a la ciudadanía a dormir en las cercanías de las estaciones de servicio. En lo que va del 2025, pues, las cosas empeoraron. Ahora las dificultades no se reducen a los carburantes, sino que abarcan a los alimentos y medicinas.
La respuesta del gobierno cae entre la burla y la maldad, puesto que aprobó el incremento en los impuestos a la importación de vehículos que no son totalmente híbridos, una medida que busca frenar el ingreso de automotores que siguen dependiendo del combustible fósil. Es decir, que se va a forzar a una ciudadanía, que ya enfrenta una inflación de dos dígitos, a renovar su vehículo.

Pero lo más preocupante es ver como la población en lugar de atacar al verdadero culpable, el modelo económico del MAS, espera, y hasta festeja, que las autoridades salgan a los mercados a controlar precios, castigar comerciantes y decomisar alimentos. Note algo, entre los gendarmes municipales decomisando aceite en los mercados bolivianos y Hugo Chávez expropiando viviendas existe, solamente, una diferencia de grado.
Sucede que toda crisis económica, que siempre es provocada por los mandones de turno, es el mejor pretexto para apretar las clavijas. Recuerde, el castrochavismo reina sobre las cenizas de las naciones.