El reciente escándalo de corrupción que involucra a Huawei y a varios eurodiputados ha sacudido los cimientos del Parlamento Europeo, dejando al descubierto una trama de sobornos y prácticas ilícitas que atentan contra la transparencia y la ética en una de las instituciones más importantes de la Unión Europea. ¿Cómo es posible que una multinacional china haya logrado infiltrarse tan profundamente en el corazón del poder europeo? ¿Cuáles son las implicancias políticas y geopolíticas de este vergonzoso episodio?
La trama salió a la luz tras una serie de allanamientos realizados por la Fiscalía belga en marzo de 2025, en los que más de 100 agentes registraron 21 ubicaciones, incluidas oficinas de Huawei en Bruselas y domicilios particulares de lobistas vinculados a la empresa. La investigación, que se remonta a 2021, reveló que Huawei habría ofrecido pagos y regalos excesivos a varios eurodiputados y asistentes parlamentarios con el fin de influir en decisiones políticas a favor de la compañía. El modus operandi incluía obsequios disfrazados de actividades de lobby, como viajes, eventos deportivos e incluso dinero en efectivo.
El objetivo de estos sobornos no era otro que garantizar una influencia directa en políticas regulatorias que afectan los intereses de Huawei en Europa, especialmente en un contexto donde la presencia de la empresa china está bajo la lupa por preocupaciones de ciberseguridad y espionaje. Cabe recordar que varios países europeos ya habían restringido el uso de tecnología de Huawei en infraestructuras críticas, en línea con advertencias de seguridad emitidas por Estados Unidos.
Hasta el momento, cuatro personas han sido imputadas por delitos de corrupción y organización criminal, mientras que una quinta enfrenta cargos por blanqueo de capitales. Entre los implicados figuran tanto eurodiputados en ejercicio como anteriores, lo que plantea serias dudas sobre la vulnerabilidad de las instituciones comunitarias frente a la influencia extranjera. El Parlamento Europeo, en un intento desesperado por recuperar algo de credibilidad, suspendió de inmediato el acceso a los lobistas de Huawei y expresó su disposición a colaborar plenamente con la justicia.
Huawei, por su parte, emitió un comunicado en el que asegura mantener una política de «tolerancia cero» hacia la corrupción, pero la realidad demuestra que la multinacional ha sido reiteradamente señalada por prácticas cuestionables en diversas partes del mundo. Mientras tanto, la credibilidad de las instituciones europeas queda fuertemente comprometida, y la ciudadanía europea observa con desconfianza un Parlamento que debería ser baluarte de integridad y democracia.
Este escándalo pone de manifiesto la urgencia de implementar mecanismos más estrictos de control y transparencia en el seno del Europarlamento, para evitar que actores externos manipulen decisiones cruciales para el futuro de Europa. ¿Cuántos otros casos como este seguirán ocultos bajo la alfombra de la burocracia europea? La respuesta dependerá de la valentía con la que las instituciones enfrenten el problema y de la presión ciudadana para exigir una política libre de influencias corruptas.