En un acto sin precedentes y profundamente controvertido, el presidente Joe Biden emitió este lunes indultos preventivos a Anthony Fauci, al general retirado Mark Milley y a los integrantes del comité de investigación del asalto al Capitolio. La medida busca protegerlos de potenciales investigaciones bajo la administración de Donald Trump, quien asume nuevamente la presidencia de Estados Unidos.
Este uso del “indulto preventivo” representa una distorsión grave de una herramienta diseñada para corregir injusticias comprobadas, no para evitar posibles responsabilidades legales de quienes ni siquiera han sido investigados. En esencia, Biden otorga un escudo político a sus aliados, enviando un mensaje peligroso: los cercanos al poder están por encima de la ley.
Anthony Fauci, quien dirigió el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, se convirtió en una figura central –y polémica– durante la pandemia de COVID-19. Aunque muchos lo presentaron como un “héroe” de la ciencia, su gestión estuvo plagada de contradicciones, desde el manejo inicial de las mascarillas hasta la opacidad en torno a los fondos otorgados al laboratorio de Wuhan, señalado como posible origen del virus.
Lejos de someterse a un escrutinio público que responda a estas preocupaciones legítimas, Fauci ahora queda blindado de cualquier investigación futura gracias a un indulto que, irónicamente, puede interpretarse como una admisión tácita de culpabilidad. Si no hay nada que ocultar, ¿por qué la necesidad de protegerlo de antemano?
La decisión de Biden sienta un precedente inquietante. El “indulto preventivo” no solo evade el debido proceso, sino que convierte a la presidencia en un poder absoluto capaz de garantizar impunidad a sus aliados. Este acto no corrige una injusticia; la previene, consolidando un abuso de poder disfrazado de virtud.
Además, aceptar un indulto preventivo implica, en términos legales y simbólicos, una admisión de posible culpabilidad. Fauci y los demás beneficiados ahora llevan consigo el estigma de haber sido protegidos de manera excepcional, lo que socava aún más la confianza en instituciones que ya enfrentan una creciente deslegitimación.
La figura de Fauci, presentada como un baluarte de la lucha contra la pandemia, queda ahora empañada por un acto de protección política. Si la verdad está de su lado, ¿por qué temer una investigación? El indulto preventivo no solo mancha su legado, sino que perpetúa la idea de que quienes detentan el poder pueden evitar cualquier escrutinio, incluso antes de ser cuestionados.
En lugar de fortalecer la democracia, Biden ha optado por proteger a quienes representan el status quo, dejando en evidencia que, para algunos, las reglas simplemente no aplican.