Por Lisandro Tobares
Hay cuatro clases de países: desarrollados, subdesarrollados, Japón y Argentina
Simon Kuznets, Premio Nobel de Economía en 1971
Esta frase resuena en mi mente en estos días, ya que nos describe muy bien como sociedad, no solo económicamente, sino en todos los aspectos posibles. Argentina es un caso único: un país donde crece cualquier clase de vegetación, donde abundan los minerales, el campo y los alimentos, los paisajes; hay nieve, cataratas, selva, mar y demás cosas. Sin embargo, su mentalidad es de un país africano, y sin ofender a los países africanos, que tienen menos inflación que nosotros a pesar de las grandes dificultades que enfrentan.
Entonces, ¿Cómo se explica eso? ¿Cómo se explica que el ministro de economía, candidato y presidente de facto de Argentina, Sergio Massa, pueda ser elegido presidente con una inflación anual de más del 100 por ciento? Solo en Argentina.
¿Por qué se le perdona todo al partido mayoritario? Solo en Argentina, ¿Por qué permitimos que se utilice el dinero estatal de nuestros impuestos en una campaña? Dicho sea de paso, se emitieron más de un billón de pesos para el “Plan Platita”.
¿Cómo se explica que en un debate presidencial, el candidato Massa evada todas las respuestas que tiene que dar y, de manera inquisidora, ataque al otro candidato?
También hablemos un poco de Milei. Sin duda, es un candidato que genera más dudas que certezas. Decirle «montonera asesina» a la señora Bullrich y después abrazarse como si nada hubiera sucedido también hace ruido. Claro, él pensó que ganaba en primera vuelta y que no iba a necesitar a nadie, pero no fue así. La maquinaria de Massa y su muy efectiva campaña del miedo lo hizo enfrentar la cruel realidad: la casta es necesaria si uno quiere llegar al poder y, también, que la casta es poderosa.
Massa, preguntando por sí o por no al candidato Milei, se vio agresivo. Los medios lo dieron como ganador del debate. Preguntaba, y Milei aclaraba. ¿Y si es un boomerang? ¿Y si mucha gente indecisa vio a Milei centrado, moderado y encima aclarando lo que Massa le preguntaba y decide votarlo? Es una posibilidad. ¿Y si la gente, enojada por el maltrato de Massa a Milei, se compadece con él y lo vota? ¿Y si la gente que no llega a fin de mes o no puede pagar los remedios ve a un candidato que, en vez de hablar de cómo resolver la crisis, habla del Papa Francisco? ¿No se sentirá subestimada y votará con bronca?
En este escenario, con dos candidatos tan raros, el pueblo argentino una vez más hace gala de su memoria selectiva y su perdón y puede volver a elegir no simplemente a alguien que lo engañó, sino a aquel que lo está haciendo en este momento.
Perdón que sea tan duro con el candidato Massa; él, a diferencia de Milei, no da miedo. Más que miedo, da certezas: certeza de que gobierna hace un año y el dólar se disparó, creció la inflación, la inseguridad, el hambre, la pobreza y también la resignación.
Se enfrentan dos modelos de país, uno que evidentemente falló y otro que no sabemos cómo puede salir. Es como dijo el candidato Milei, la elección más importante de los últimos 100 años, y puede ser así. Es un momento bisagra de nuestra historia, donde el clima social está muy caldeado, y gane quien gane, no vienen tiempos fáciles.
El final es abierto; el domingo todo puede pasar y también todo puede pasar después del domingo. Porque una vez tengamos al sucesor del presidente decorativo Fernández, el mapa político se reconfigurará, se diseñará una nueva oposición en base a quien gane y un nuevo oficialismo. Habrá gente de Juntos por el Cambio en el eventual gobierno de Massa y también de Milei. Ser de Juntos por el Cambio, militar una campaña como oposición y terminar siendo parte del gobierno de Massa o de Milei. Solo en Argentina puede pasar algo así; somos un caso único y, volviendo a la frase que abrió esta pequeña muestra de mi opinión, somos un caso único, la excepción a la regla. Pero ¿habrá remedio a esta crisis? ¿Podremos un día ser iguales a los demás países?