Vimos en la nota anterior que Dios -Yahvé- inició un nuevo comienzo con la humanidad a través de Noé. Prueba de esto es que le dio las mismas instrucciones que a Adán; instrucciones que no había dado a ningún hombre hasta ahora: “Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra. El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados.” (Gén. 9.1-2) La única diferencia con las instrucciones dadas a Adán, fue que ahora, además de comer vegetales, le permitía comer carne. Las condiciones geo climáticas del planeta habían cambiado; ahora el hombre necesitaría alimentos más sólidos. “Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo.” (Gén. 9.3)
Noé, luego de pasar la catástrofe del diluvio, y haber bebido del fruto de la vid, se embriagó y cayó dormido en su tienda. Y vino uno de sus hijos, Cam, y “vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera. Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnudez de su padre.” (Gén. 9,22-23). Esto de ver la desnudez de los padres es algo que desagrada sobremanera a Dios. Cam obró impíamente, no así sus hermanos Sem y Jafet.
Al despertar Noé, y sabiendo lo que sucedió, profiere la siguiente profecía:
Ahora bien, en Génesis capítulo 10 está lo que se denomina la División de las Naciones, conforme a los descendientes de estos tres hermanos, pues de ellos se volvió a repoblar el planeta, esta vez ya en su nueva configuración luego del diluvio pues la tierra había sufrido tremendos cambios geográficos. Los estudiosos, hombres serios y de mucha ciencia, han llegado a determinar dónde se han establecido los descendientes de Sem, Cam y Jafet, conforme muestra la siguiente figura, y si bien no se puede decir que la misma sea completamente exacta, el consenso de los eruditos más o menos coincide en la mayoría de los puntos, luego de las emigraciones y el transcurrir de los tiempos:
Estudios, muy, pero muy avanzados y detallados, han demostrado que esto explica muchas cosas geopolíticas que estaban incluidas dentro de lo proferido por Noé. Veamos algunas cosas.
1. Los descendientes de Sem -el primogénito de Noé- siempre han sido el centro de toda disputa mundial: Israel y países colindantes, en la parte central de la tierra. Luego sus descendientes, conjuntamente con los jafetitas, ocuparon Europa y partes de América, los cuales también siempre han sido dominantes en cuanto a geopolítica y desarrollo se refiere, mayormente los semitas
2. Cam, sobre el cual fue proferida una maldición, el cual habitó África, no ha salido hasta ahora de debajo del yugo de “sus hermanos” conforme la profecía de Noé, cosa que ahora hasta hoy es reconocido por los líderes africanos, como es el caso actual de Níger.
El capítulo 10 de Génesis expone una cronología genealógica desde la cual se pudieron hacer exhaustivos estudios, acompañado y certificado por otras genealogías bíblicas, que fueron la base de profundas y certeras conclusiones altamente fiables que dan crédito a la veracidad de la profecía de Noé y al posterior cumplimiento de la misma. No hay otro documento histórico que pueda, siquiera remotamente, dar una explicación de esto como lo hace el relato bíblico.
Pero a estas alturas uno se preguntará: ¿Y qué tiene que ver esto con la cruz? Mucho, pues a través de los semitas Dios elegirá a un hombre, llamado en ese momento Abram -luego cambiado su nombre a Abraham- a través del cual Dios determinó intervenir para salvar a la raza humana, creando, a partir de este hombre, toda una nación conocida hoy en día como Israel. Y de esa nación habría de venir Jesús, el cual iba a ser el Cristo de Dios; el Salvador de la humanidad.
Pero esto llevaría todo un proceso, pues he aquí que a este pueblo Dios ya le daría leyes. O sea, entramos en el segundo proceso de la humanidad. El primero, como ya vimos, fue el dejar al hombre a su suerte a ver si él mismo podría salvarse de la naturaleza pecaminosa en la cual cayó cuando desobedeció a Dios y entregó su señorío a Satanás, cayendo así en desobediencia eterna, y como consecuencia dejando que la Ley del Pecado ahora more en su ser, y la muerte operando dentro del mismo. El resultado fue el diluvio debido a la corrupción total e irrefrenable de toda la humanidad.
En esta segunda “oportunidad” por así decir, Dios daría instrucciones al hombre de cómo salvarse de esa naturaleza pecaminosa y volver al estado original en el cual fue creado, con la cual gozaba de plena comunión con Dios. Pero para eso debía mostrar que él no solo era el Dios verdadero, sino que era el único Dios. Para eso debía formar una nación diferente a todas las demás de sobre la faz de la tierra. Y eligió llamó a Abram de la ciudad de Ur, en Caldea, y lo llamó a salir de ella: “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” (Gén. 12.1-3)
Dios también le prometió que Abraham sería padre de una gran descendencia: “Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Yahvé, y le fue contado por justicia.” (Gén. 15.5-6)
En nuestra próxima entrega veremos la descendencia de Abraham, y cómo de ella vendría Moisés, el hombre que recibiría del propio Dios las Tablas de la Ley (Los Diez Mandamientos), así como la Torá, los cinco primeros libros de la Biblia, llamada también la Ley de Moisés. Ahí veremos panorámicamente los medios que Dios proveyó al hombre para que se salve por medio del cumplimiento de dicha Ley, el cual es, como dijimos, el segundo intento de Dios para redimir al hombre.
Que el Señor nos guarde y bendiga a todos en Cristo Jesús.