¡Llegamos a casi el 40 por ciento de endeudamiento! ¡Y hay que pagar! Y lo harán inexorablemente las personas, las familias y las empresas privadas. Así como vamos y aunque la economía del país sea la que menos caerá en la región, los hechos dicen que no podemos seguir contrarios a las transformaciones necesarias y hasta urgentes.
El Ejecutivo y el Congreso tienen la sartén por el mango, mal le pese a los que descreen de la actividad política aquí o en cualquier lugar del mundo.
Pero estamos ante un problema y grande. En la forma en que se practica la democracia que tenemos ocurre que sobresale la preeminencia de dirigentes abyectos, pusilánimes y con falto de ideas modernas, con una mirada anclada en el tercermundismo con propósitos de seguir viviendo a costa del pueblo contribuyente.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), por ejemplo, sostiene que todavía en países como Paraguay se tiene suficiente “espacio fiscal” para seguir contrayendo los respectivos empréstitos. En realidad, el FMI lo que ha venido haciendo es más bien financiar a gobiernos sin compromisos serios de reformas.
Es la mirada tercermundista de la que hay que salir ahora. Luego será tarde.