Los propagandistas del cambio climático necesitan se acepten sus ideas. Pero no de modo persuasivo sino a través del intervencionismo estatal, herramienta de coerción por medio de políticas públicas que para colmo lo paganos nuevamente nosotros.
Exigen una economía intervenida mediante legislaciones en las áreas de alimentos, vehículos, aviones y fuentes de energía. Su eslogan: Hay que dejar de producir en el campo, lo que significa menos inversiones y desempleo hasta llevarnos al hambre y la absoluta miseria.
En Paraguay en ningún modo debemos aceptar esta propaganda.
Con el dogma irracional del cambio climático que, por cierto es autoritario, se están infundiendo ideas y políticas contrarias a la soberanía de los países.
Semejante práctica es una copia del modelo fascista.
Es contrario a los derechos de las naciones conformada por individuos con derechos superiores al Estado o a cualquier otra organización como el llamado Foro Económico Mundial y la misma ONU, de los que provienen los más descarados ataques a la vida, la libertad y la propiedad.