A pesar de que algún que otro “académicos” que nadie lee dice que no presta atención a las columnas o escritos donde se incluye una “palabrota” en el título, yo persisto en mi creencia: Hay palabras que son irremplazables; idiota, al menos para mí, es una de ellas.
Mientras vemos como las ciudades francesas caen una tras otra en manos de aquellas “personas vulnerables” de las que te hablan, quienes conducen los destinos de los países, en algunos casos; y del mundo, en otros; se dedican a hablar sandeces y a intentar hacer pasar a la gente por estúpida.
Mientras policías, ciudadanos, comerciantes, transeúntes, ponele el nombre que quieras, son heridos o asesinados; mientras sus propiedades son saqueadas o destruidas ellos viven en su “nube de pedos” y no se avergüenzan de ello.
París, Marsella, Nantes y muchas otras ciudades eran incendiadas mientras los medios de comunicación callaban o Emmanuel Macron disfrutaba de un concierto de Elton John y, para cuando decidió ponerse frente a sus ciudadanos, lo hizo para dejar en claro que estaba superado por la situación.
Para cuando el presidente francés dio la cara, 500 edificios gubernamentales por toda Francia habían sido incendiados, 300 policías habían sido heridos, otros cientos de ciudadanos habían sido agredidos o sus propiedades destruidas; pero para el idiota de Macron el verdadero problema, la causa primigenia de la violencia étnica desatada eran los videos juegos y las redes sociales, por lo que declaró que tomará medidas para eliminar los contenidos sensibles de las redes.
El excandidato presidencial de extrema izquierda, Jean-Luc Mélenchon decidió, a pesar de los heridos, muertos y destrozos, continuar apoyando las protestas.
Pero Macron y Mélenchon no fueron los únicos idiotas que se hicieron presentes con las declaraciones sin sentido, la portavoz de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Ravina Shamdasani, no quiso quedarse atrás y, además de defender las violentas propuestas, declaró que «Es hora que aborden seriamente los problemas profundos del racismo y la discriminación racial en la aplicación de la ley».
Los medios de comunicación, de quien nada esperamos, pero aun así logran sorprendernos, no podían estar ausentes, y pidieron ayuda a los padres para que mantengan a sus hijos en casa, de lo contrario dicen que el estado no podrá frenar los disturbios.
Mientras todo esto sucede, los grupos de derecha, aquellos que fueron señalados como un potencial peligro para la “paz francesa”, se mantienen en silencio, dejando que las fuerzas del orden actúen, pero avisan: “todo tiene un límite”; y ese límite se acerca peligrosamente mientras los idiotas están queriendo distraernos.
Este no es un problema de integración, ni siquiera es una cuestión de desigualdades económicas, pensar de esa manera es ser parte del problema ¿Cuál es la culpa de occidente? sin dudas la estupidez progresista, las ideologías diluyentes y limitantes del orden, en pocas palabras: el buenismo estúpido que nos llevó a creernos mejores personas por ser tolerantes con el intolerante.
El europeo no quema las calles ni las propiedades de sus pares, no toma la justicia por mano propia; de hecho, la gente de bien, independientemente de donde provenga, no hace eso.
Es tiempo de empezar a escuchar a los “conspiranoicos”, a aquellos que advirtieron de los peligros de la sustitución demográfica; de los peligros del choque cultural, la guerra entre dos civilizaciones está a la vuelta de la esquina, el experimento fracasó, solo falta que se enteren.