La “Hidrovía Paraguay – Paraná” es para el Paraguay lo que el Canal de Panamá, para Panamá. El artero golpe que asesto la Argentina en medio de nuestro cordón umbilical al Atlántico con el cobro de peaje, puso contra las cuerdas al Gobierno y cala profundamente en la competitividad del comercio exterior paraguayo que trata de recuperarse tras la pandemia.
Hoy el interés en la hidrovía se elevó a raíz de que inversiones norteamericanas y europeas dependerán para su salida de la hidrovía, como son Paracel, Omega Green- Honeywell UOP y Ball Corporation.
A este escenario hay que sumar que próximamente vendrán al país otras grandes inversiones, vinculadas a un cambio profundo de la matriz extractiva del Paraguay y traerán nuevos actores de poder.
En este contexto, se debe mirar la cooperación de los EEUU en la elaboración del Plan Maestro de Navegación del Rio Paraguay, que torpemente se lo presento como “Plan Maestro para la hidrovía Paraguay Paraná”, nada más y nada menos, que en la Cámara de Comercio paraguayo americana con la presencia del Canciller, el Ministro de Industria y Comercio y el Embajador norteamericano.
Ante este acto de total ligereza en el manejo de la política exterior y con la inclusión de un actor de tensión en la hidrovía, en medio de una guerra fría entre EEUU y China, las alarmas sonaron en la región. Por ello, la Argentina reaccionó de forma contundente, aplicando un impuesto a las exportaciones paraguayas que circulan por la hidrovía, forzando a la Cancillería paraguaya a rogar por una reunión para tratar el asunto.
Una vez sentados en Buenos Aires, la Cancillería argentina exigió explicaciones, y el gobierno paraguayo dijo que la cooperación con EEUU, no es una colaboración militar ni incluía presencia militar extranjera en el río Paraguay. Por supuesto este argumento no convenció a los argentinos.
El Paraguay para poder desarmar este menjunje y convertirlo en una oportunidad, debe comprender profundamente lo que ocurre, identificar a los actores en este juego, los intereses de las elites nacionales, de las multinacionales, de los países vecinos y de las naciones poderosas, y ubicar los acontecimientos recientes en un escenario global que permitirá ver como en una pantalla grande, quienes son los verdaderos protagonistas y quienes son los peones y alfiles.
Nuestro país no debe quedar preso de políticas diseñadas en el exterior, que impliquen extracción brutal de recursos naturales para provecho ajeno, acaparamiento de nuestra energía, control geopolítico de nuestras vías de comunicación y apropiación de nuestras aguas y alimentos, sino debe planificar y ejecutar su desarrollo, por y para los paraguayos.
Para eso la política exterior debe dejar de estar desorientada, de aceptar como bueno lo primero que venga de afuera y plantarse ante la jugada de los EEUU de hacer una limpieza política a su antojo, de reconfigurar las elites empresariales a su medida, y de usurpar nuestro soberano control geopolítico en la hidrovía desde el norte e incluyendo a la zona de la triple frontera.
Pero, según gente del Palacio de Benigno López, los que manejan la estrategia diplomática en la hidrovía como dicen en España, “no se enteran ni del nodo” están en cuestiones banales, mirando a que embajada recalar antes del cambio de Gobierno, en que dependencia ubicar a sus cercanas, o como la consulesa en Málaga, haciendo declaraciones inútiles y deshonestas, para acallar los genuinos reclamos de los connacionales. No obstante, existen dependencias que funcionan como la Auditoria, que habría hecho devolver una friolera suma de dólares a un Embajador que reposa tras la Cordillera de los Andes y puesto en su lugar a una funcionaria de menor rango en Córdoba, denunciada en la Senac, también del “servicio profesional”, aunque no sea una profesional.
Como podemos ver, el cobro de un peaje que alcanzaría 50 millones de dólares anuales es sin lugar a dudas una reacción diseñada por la diplomacia argentina a la cooperación bilateral con los EEUU en la hidrovía.
En el hipotético caso, que la Cancillería paraguaya hubiese manejado la comunicación y el nombre que darían al instrumento jurídico de la cooperación de una forma más acorde, que sus diplomáticos hayan analizados los alcances de anuncios de este estilo, que hubiesen utilizado una sede más apropiada para el efecto y hayan llegado con información previa a las Cancillerías de los países de la hidrovía, este cobro de peaje NUNCA hubiese ocurrido.
Desde este medio no queremos ser agoreros, pero si señalar, que sería inaceptable que por un error diplomático tan inverosímil se cargue el costo del peaje en la hidrovía sobre las espaldas de los ciudadanos, ya sea en un formato como el del subsidio al transporte público o habilitando a las navieras u otros afectados a que deduzcan el monto del peaje de los impuestos que adeudan al fisco.