Por Alfredo Causarano
Todas las opciones electorales en donde se enfrentaban modelos, ideas y proyectos distintos dentro del Partido han sido sometidas a la consideración del Pueblo Colorado en diciembre último.
El Pueblo colorado ha hablado, ha decidido, ha dado su veredicto, ha sentenciado que sean Santiago Peña y Pedro Alliana los candidatos oficiales para las elecciones generales, y eso hay que respetar. Ha decidido que el nuevo presidente de la Junta de Gobierno sea Horacio Cartes.
El Pueblo Colorado ha dicho no a la opción presentada por Marito y su movimiento.
Eso hay que respetar, la lealtad al Partido a al Paraguay lo merecen. El mandato del electorado republicano ha sido someter a la voluntad del pueblo paraguayo la figura de Santi Peña para presidente del Paraguay.
Hoy, a través de conductas ambiguas, señales contradictorias y comportamientos dudosos por parte del presidente de la República, se pretende confundir al pueblo colorado y paraguayo sobre la unidad necesaria para la victoria en abril próximo.
El derrotado busca vías indirectas y subterfugios para desconocer la decisión del soberano. Como no lo puede hacer de frente, recurre a conductas que rayan la traición, pone freno al deseo genuino de la dirigencia de su movimiento de apoyar a la lista 1 y extorsiona en silencio las intenciones de lograr la unidad total del coloradismo.
Pero el pueblo se está uniendo en las bases, las dirigencias locales y regionales trabajan unidas en pos de la victoria colorada, las seccionales coloradas empiezan a sentir el fervor de que todos somos 1, al contrario del deseo de una cúpula resentida por la derrota, de ver a su contrincante ocasional tropezar con el fracaso.
No miran más allá del arbusto, no ven el bosque, es más, se enredan con las espinosas ramas de la maleza que los dejarán atrapados en el ignominioso hoyo de la traición de donde nunca más saldrán si persisten en tan miserable encomienda.