Una señora a la que no vamos a nombrar porque no queremos que su psiquis se vea perturbada por la crítica y pretenda denunciarnos y amordazarnos; se presentó a la «justicia» e invocó una ley estúpida, la 5777 de “Protección Integral a la Mujer”, para no ser criticada públicamente.
La excusa es que ejercen violencia en su contra. Que quieren violentar su libertad de expresión; y que mejor forma de defender tu libertad de expresión y que no ejerzan violencia en tu contra que censurar a otros al grito de “es por culpa de ustedes, bandidos, ratas que son, ratas”, como le espetó a los diputados que derogaron la ley que sus financistas querían imponer. No sé a ustedes, pero a mí no se me ocurre una mejor manera.
La señora, que se presenta como periodista y «defensora de los derechos humanos» (ese título es una genialidad si te gusta el dinero fácil) obtuvo una medida cautelar de parte de un Juez de Paz que literalmente reza: “Ordenar la prohibición de toda violencia psicológica y telemática en contra de la señora (Dije que no la iba a nombrar) y sus familiares, y, en tal sentido prohibir de forma puntual cualquier tipo de amedrentamiento, insulto, contacto violento, improperio, hostigamiento, humillación o intimidación a través de llamadas, mensajes de whatsapp, SMS, y toda aplicación de comunicación o contacto, al número de teléfono móvil, así como redes sociales”.
Esta medida surgió después que la señora dijera públicamente: “Yo no tengo ningún fuero y digo lo que pienso, aunque después me crucifiquen en las redes porque no me puedo quedar callada” y, como claramente el tiro le salió por la culata y la gente harta de sus mentiras “dijo lo que pensaba de ella y sin ningún fuero”, tuvo que recurrir a la justicia porque no está acostumbrada a la crítica. Usted, señora innombrable, es una mentirosa y muchos ya se han dado cuenta.
Antes de irme, unas líneas aparte para el juez. Es usted un pelafustán que debe rever su posición y debe sincerarse, meditar si está a la altura de su cargo; ya que por miedo al escrache mediático sacó de la galera esta medida cautelar que se da de bruces con muchas leyes y artículos constitucionales y, en una actitud que se podría catalogar como servil, hasta el desayuno le sirvió a la aprendiz de censora.
Señor juez, no se meta con la libertad de la gente a expresarse. Deje que cada quien diga «sus verdades», sean estas equivocadas o no. Quien amenace a la tóxica que vaya preso, pero no vengan a querer instalar el delito de opinión en uno de los pocos países donde aún podemos llamar a las cosas por su nombre.