Acercándonos al noveno mes de la «operación militar especial» que Rusia lanzó sobre Ucrania (dos países que se encuentran en enfrentamiento desde el 2014 en las zonas de Donetsk y Lugansk), se puede afirmar que no hay muchas novedades llamativas en el frente bélico.
La tan anunciada «contraofensiva ucraniana» que se hizo esperar por varios meses, se ejecutó finalmente en septiembre. Era lo más razonable, intentar obtener la mayor cantidad de victorias posibles antes de que el frente caiga en el terrible y mítico «Invierno Ruso», que este año se pronostica particularmente tremendo por una serie de motivos.
El Ejército Ucraniano, que ha demostrado una valentía y un arrojo dignos de admiración, obtuvo un pequeño pero moralizante triunfo en la región sur-este de la ciudad de Jarkov, la segunda más importante del país, ocupando el punto neurálgico en las zonas de la villa de Lyman. Esta victoria se produjo en parte por la ferviente arremetida de los soldados ucranianos (y entre ellos miles de mercenarios de la OTAN) pero también porque el mencionado sector se hallaba relativamente poco defendido por los rusos, quienes han concentrado sus fuerzas en las regiones del sur de Ucrania (Jérson, Zaporizyia, Donetsk y Lugansk) que fueron anexadas tras el Referendo del 30 de septiembre pasado.
Actualmente, este frente se ha estabilizado e incluso algunas tropas de élite del Ejército Ruso, como el llamado «Grupo Wagner», ha lanzado un contraataque en la dirección de Bakmut con resultados aún inciertos.
El Ejército de Ucrania intentó algo similar precisamente en las regiones de Jerson y Zaporizyia, pero en este caso fueron rechazados con terribles bajas que se contabilizaron en miles y miles, especialmente a causa de las densas posiciones de artillería rusa en la región.
Los analistas militares más objetivos coinciden en que esta contienda bélica, con un frente de combate muy extenso (mucho más que el de Irak o Siria, por ejemplo) se parece bastante a lo ocurrido (salvando distancias y números) en la Segunda Guerra Mundial cuando Nazis y Soviéticos entraron en su colosal lidia. La lucha es un zigzag, un constante tira y afloje en el que los ucranianos pueden obtener pequeños triunfos, pero a la larga, son los rusos los que tarde o temprano echarán la carne al asador. Es lo que se espera en el «Invierno Ruso» que se avecina. Y a pesar del inmenso derroche de coraje de los ucranianos, está clarísimo que sin la inmensa ayuda que recibieron de EEUU y la OTAN hace tiempo habrían sucumbido.
Sin embargo, las críticas en ambos bandos no se hicieron esperar tras los recientes acontecimientos. En Rusia, especialmente después del ataque terrorista que sufrió el Puente Kerch en Crimea, el pueblo cada vez más enfurecido exige medidas severas contra los ucranianos en Kiev. La respuesta fue que el Ejército Rojo realizó una serie de bombardeos tácticos sobre posiciones clave de los ucranianos en todo el país, destruyendo puestos eléctricos, instalaciones militares y algunos edificios civiles en donde habrían muerto miembros de los Servicios de Inteligencia de Ucrania.
Por otra parte, ante esta severa reacción rusa, las fuerzas ucranianas clamaron por más y más auxilios a la OTAN. En una llamada telefónica el presidente de EEUU Joseph Biden prometió a su par Vladimir Zelensky que seguiría enviando todo tipo de ayudas, entre ellas defensas antimisiles. A su vez, el comandante en jefe de la OTAN Jens Stoltenberg afirmó en una conferencia de prensa, por primera vez desde el inicio de la «operación militar especial» que «la derrota de Ucrania sería considerada como una derrota de la OTAN y eso no lo iban a permitir».
¿Pero por qué pareciera ser que empieza a hablarse de «derrota» de Ucrania?
Es que todos tienen muy en claro que es una simple cuestión de tiempo hasta la llegada del tan temido «Invierno Ruso». Europa entera se encuentra al borde del colapso social y económico a causa de la falta de hidrocarburos que recibían por medio de los gasoductos rusos, hoy cerrados o saboteados. La única opción que tienen es adquirir el petróleo de los países árabes o directamente desde EEUU. Pero la OPEP, encabezada por Arabia Saudita, en su más reciente reunión ha tomado decisiones que resultaron favorables a la causa rusa, con lo que a la decadente y funesta Unión Europea solamente le queda como alternativa adquirir petróleo y gas natural desde los EEUU.
Y los yanquis, según una reciente publicación del Wall Street Journal y de la «RAND Corporation», se aprovechan con dientes afilados de la situación vendiendo a precios altísimos sus hidrocarburos a los europeos, que se encuentran en situación de vasallaje total. Con la «maquinita de imprimir billetes» de los EEUU en la Reserva Federal, la Industria Armamentística y del Petróleo están haciendo sus enormes dividendos a costa de la destrucción de Ucrania y del sometimiento económico de Europa.
Vista así las cosas y con las elecciones presidenciales a la puerta en los EEUU, sumándose a todo ello que el Ejército Rojo recién ahora está amasando a sus reservas para ir lanzándolas gradualmente sobre el campo de batalla, todos tienen muy en claro que el «Invierno Ruso» 2022 – 2023 podría ser devastador para los ucranianos y los europeos.
¿Hasta cuándo recibirá apoyo el Gobierno de Zelensky? Hasta que llegue el día en que los EEUU se encuentren satisfechos con las pingües ganancias que están sacando de la crisis en Ucrania, en detrimento de todos los demás actores involucrados. Pues, aunque Vladimir Putin salga vencedor de la contienda en el largo plazo (lo que es lo más probable), será un largo proceso el que deberá pasar Rusia para ir consolidando sus ganancias y restableciendo el orden. Mientras, es el rudo y valeroso pueblo ucraniano (con los mercenarios de la guerra y la destrucción) el que más sufrirá las consecuencias, seguido detrás por los incompetentes y ridículos lideres de la decrépita Europa.
¿Se cumplirán los pronósticos de un terrible «Invierno Ruso» o lograrán los ucranianos posponer lo inevitable por algún tiempo más? Quedará por verse.