Las elecciones legislativas y estatales del próximo mes de noviembre ya son un desvelo principal para el progresismo estadounidense. Quienes culpaban a Donald Trump del más mínimo contratiempo y excusan a Joe Biden de sus propias decisiones comienzan a aceptar cualquier método para evitar la previsible victoria republicana, en especial allá donde las leyes electorales fueron modificadas y el fraude se complica.
Florida es uno de esos estados con la legislación a prueba de grandes sorpresas, y uno a los que más afecta al movimiento mediante el que Latino Media Network se ha hecho con cerca de una veintena de emisoras de radio en español a lo largo de todo el país. La empresa, encabezada por Jess Morales Rocketto, antiguo empleado de Hillary for America y AFL-CIO, y Stephanie Valencia, miembro del personal de la Casa Blanca durante la Administración de Obama, está financiada por Lakestar Finance, es decir por George Soros, y no tiene otro fin que ayudar a combatir la pérdida de apoyos del Partido Demócrata entre amplios sectores de votantes hispanos.
La relación de lo «progre» con los hispanoamericanos nacidos o afincados en los Estados Unidos siempre ha seguido una dirección de arriba hacia abajo. Algo paternalista, muy interesada. Ni los representantes del Partido Demócrata ni los medios de comunicación han sido un reflejo de la realidad cotidiana de los hispanos en el país. Al contrario: han tratado de controlar y determinar qué conoce, de qué habla, qué piensa y, sobre todo, qué vota el tercio de la población estadounidense que, hispanohablante o no, se considera «latino».
El paso del tiempo ha evidenciado la ineficacia de una estrategia que ha llevado al progresismo norteamericano a pinchar en hueso. Para sorpresa de sus apóstoles, resulta que los hispanos piensan por sí mismos. En lugar de alinear sus prioridades a los deseos de quienes promueven la teoría crítica de la raza u otras ideas colectivizantes, los que llegaron al país y sus descendientes, por lo general, están vacunados contra el socialismo, precisamente porque acabaron en el norte huyendo de él.
Durante los últimos años, gracias al movimiento woke, el fiasco se ha acelerado al ritmo de implantación de una agenda que poco tiene que ver con los problemas o los anhelos de la población hispana, que no está en el apoyo a las fronteras abiertas, en la redefinición sexual o en la imposición de políticas transgénero.
Ante los intentos de planificación política y mediática del modo de pensar de los hispanos y, en concreto, frente al movimiento respaldado por Soros, el gobernador Ron DeSantis ha emprendido una campaña para advertir sobre la agenda globalista oculta detrás de Latino Media Network: «La izquierda radical financiada por Soros está ejecutando un plan para manipular los medios locales en Florida e impulsar su agenda entre los votantes. En Florida, rechazamos a la izquierda profesional y su intento de infiltrarse en nuestro estado, y siempre defenderemos la verdad y la libertad».
Este movimiento, tan de arriba abajo que está impulsado por el propio George Soros, es un intento a corto plazo de sustituir los contenidos de una red de medios de comunicación en español útil para millones de estadounidenses a diario por otros rentables para unas élites y, con el tiempo, modificar las posiciones políticas de la audiencia.