Este domingo tendrá lugar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Francia, que al igual que el pasado 2017, la medición será nuevamente entre Emmanuel Macron (presidente-candidato) por el Partido social-liberal la “República En Marcha” y; Marine Le Pen por el partido nacionalista y conservador “Agrupación Nacional”.
Recordemos que en la primera vuelta (el 24 de abril), Macron obtuvo 27,8% seguido por Le Pen quien alcanzó 23,1%, en el tercer lugar el socialista Jean-Luc Mélenchon con 22%, en el cuarto lugar el periodista derechista Éric Zemmour con 7,1% y el resto una larga lista de ocho candidatos, casi todos ellos izquierdistas en sus diferentes matices, aunque engloban poco menos de un 20%.
De este primer resultado, destacamos el estrecho margen con que ganó Macron a Le Pen (poco menos de 5%), por otra parte, lo más seguro es que los electores de Zemmour apoyen a la candidata de Agrupación Nacional, pero la gran incógnita la representa Mélenchon, hoy convertido en el gran elector y cuyos electores en la segunda vuelta no significan un apoyo a Macron. Contrariamente, la inmensa mayoría de los seguidores del socialista (poco menos de 8 millones de votantes) se abstendrán o una pequeña porción optarán por Le Pen, pues, para éstos, Macron representa un presidente de los ricos, su reforma al sistema jubilatorio implica la elevación a 65 años y frente a las protestas de los chalecos amarillos, mostró una postura poco dialogante e incluso represiva.
Sobre la base de dicho contexto, este miércoles tuvo lugar “Le débat” (“El debate”), el último entre los candidatos y donde abordaron durante casi de tres horas, una amplia gama de temas como poder adquisitivo, relaciones internacionales y éste a su vez muy eclipsado por la guerra en Ucrania y el papel de Francia en la Unión Europea, la reforma al sistema de jubilaciones, clima, seguridad, educación, migración y gobernanza.
En el mismo, se observó un Emmanuel Macron que optó por una postura agresiva, con insultos y permanentemente a la defensiva e interrumpiendo a su oponente cuando le correspondía el derecho de palabra y totalmente poco caballeroso frente a una Marine Le Pen, cuya estrategia de ésta última, se centró en lucir aplomada, relajada, cómoda, pero a la vez, muy mordaz, irónica y hasta se permitió sonreír en múltiples ocasiones. Por razones de tiempo y espacio no podré ofrecer una reseña detallada del mismo, aunque haciendo un esfuerzo de síntesis le comentaré los aspectos más resaltantes del mismo.
En ese sentido, es importante que el debate arrancó muy avinagrado, luego que el presidente-candidato iniciara su intervención enfilando un ataque contra Le Pen por un préstamo que ésta recibió de un bando ruso, por lo que la tildó de ser favorecida por Putin. Le Pen, se defendió diciendo que ello no constituía un delito y como los bancos franceses se negaron a otorgarle el crédito, acudió a un banco en Rusia.
Pero lo más álgido, sin duda, estuvo en el tema internacional, la reforma del sistema de jubilaciones y la seguridad, que fue presentado estrechamente con migración y religión. En cuanto al primero, Le Pen criticó severamente la estrategia de Macron con las sanciones a Rusia, que a su juicio terminarán llevando a Rusia a China, conformando una amenaza mayor sobre Francia y toda Europa y; en el segundo tema, continuó Le Pen descargando artillería pesada contra Macron, acusándolo de no hacer algo para devolver la seguridad a los franceses que trabajan en las ciudades y el campo, en los miles de migrantes musulmanes que se niegan a firmar documentos que los obligan a respetar las leyes francesas, sobre el peligro que representan 170 mezquitas bajo el control de islamistas radicales que ilegalmente imponen la Ley Sharia, por ello la candidata afirmó: “La seguridad es una necesidad fundamental de los franceses, la situación de nuestro país es deplorable (…) debemos poner fin a la inmigración anárquica y masiva, lo digo claramente, esta inmigración contribuye a agravar la inseguridad de nuestro país”.
Otro momento climax del debate, lo constituyó durante la discusión del tema gobernanza, Le Pen insistió en la reforma del artículo 11 de la Carta Magna francesa tal como lo sostenía Charles de Gaulle, por lo que sentenció: “El soberano es el pueblo, es el único soberano, la Constitución es la Ley Suprema del pueblo, por lo tanto, el pueblo puede cambiar la Constitución. ¿Cómo hacerlo? A través de un referéndum, el pueblo es soberano, es su prerrogativa directa.”, Macron miraba con rostro soberbio a Le Pen mientas ésta le dictaba cátedra sobre derecho constitucional francés.
Cerraron con sus mensajes en dos minutos. Macron fue el primero y dijo que esta elección era un “referéndum” sobre temas de la Unión Europea, jubilación, entre otros, agregó que se segundo mandato se centrará en los niños. Por su parte, Le Pen, se dirigió al pueblo y destacó que han sido cinco años de privaciones, consideró que la mundialización afecta a la economía e intereses de Francia, por lo que insistió en la necesidad de volver al sentido común para hacer prioridad Francia y los franceses, su cultura, sus tradiciones y su lengua.
Finalmente, sólo puedo señalar que desde mi visión, si bien es cierto, Macron inició el debate atacando sistemáticamente a Le Pen, su discurso terminó siendo más burocrático y más conectado con la Unión Europea y la Agenda 2030 que con los franceses. Por su parte, Le Pen resultó más sólida en discursiva por ser muy aguda en sus crítica, pero apalancadas en una argumentación casuística cotidiana que afecta a la mayoría de los franceses, por tanto, desarrolló una postura más cercana a la gente y sus problemas. Por ello, creo que Le Pen ganó el debate, pero todo se decidirá en las urnas este domingo donde habrá una alta abstención, aunque no todo está dicho y Le Pen, puede resultar la sorpresa, pese al favoritismo de Macron en las encuestas o; si éste gana, será por muy estrecho margen.