Mientras el gobierno paraguayo empeñaba el futuro de las siguientes generaciones, hubo muchos que estaban viendo “la jugada”, la estaban adivinando y le gritaron al gobierno que pare, que ni se le ocurra pero, el grueso de la población, asustada por un virus con una tasa de mortalidad de alrededor del 1%, intentaba callarlos.
Se les gritó terraplanistas, conspiranoicos, desinformados, fanáticos religiosos, anti ciencia y, aun así, muchos de ellos continuaron gritando con la intención que alguien más viera lo mismo que ellos estaban viendo. Nunca fueron escuchados.
El gobierno aprovechó la ocasión para entregar a las farmacéuticas a modo de garantía los bienes inembargables que tiene el Estado, y acá quisiera tomarme una licencia porque parece que muchos aun no entienden: El Estado no es el gobierno, el gobierno solo administra el Estado que, finalmente, somos todos; quien esto escribe, quien esto lee y los hijos y nietos de estos son el Estado.
El gobierno encabezado por Mario Abdo, sus secuaces y los más de 100 legisladores nacionales, entregaron a las farmacéuticas nuestros ríos, acuíferos, reservas monetarias, bienes y rentas del Banco Central a cambio de una “vacuna” de la nada sabían.
Mientras esto sucedía, ese mismo gobierno entregador encerraba a su gente, destruía la economía del país, embrutecía a nuestros hijos, dejaba morir pacientes suspendiendo sus tratamientos y sus cirugías y sinnúmero de atrocidades de las que la historia va a hablar, eso sí, si las farmacéuticas así lo disponen, después de todo ellos ya son los dueños.