Isabel II de Inglaterra está celebrando 70 años de reinado en Britania (para los que no lo saben, yo no escribo “Gran” Bretaña, que es una sutileza de los ingleses, como siempre, para denominarse a sí mismos geográficamente; el nombre que los romanos dieron a esas islas es “Britania”) y esta es una excelente ocasión para hablar un poco de los reptiles.
Estos animales vertebrados son muy antiguos, generalmente escamosos, con lenguas curiosas (algunos las tienen bífidas, otros de colores llamativos). Muchos reptiles poseen potentes ponzoñas y otros son perfectamente inofensivos, como el famoso “teju” de nuestro país.
El “Culto a los Reptiles” es tan antiguo como la historia humana. Por ejemplo, en el Egipto Ancestral, “Sobek” era el demiurgo cocodrilo que protegía al Río Nilo. Al mismo tiempo, otros ídolos egipcios estaban representados por diferentes tipos de serpientes. Así, el famoso “Ra” que en su forma animalesca adquiere el aspecto de un hombre con cabeza de halcón, está representado en su forma más poderosa como “el disco solar rodeado de una cobra protectora”. Y no hace falta detallar lo que ocurría en otras religiones de civilizaciones antiguas. Sólo pongamos por ejemplo a los aztecas y mayas de América, que respectivamente adoraban a las serpientes Quetzalcóatl y Kukulkán, demonios que eran particularmente sanguinarios pues pedían sacrificios humanos por torrentes a escala genocida.
Ahora, nadie en su sano juicio pensará que los monarcas ingleses son “annunakis reptilianos” provenientes de “otro planeta” con “poderes mágicos” para “dominar al mundo”. Esta clase de tonterías son las que venden individuos ridículos como el “teórico de conspiración” inglés David Icke, quizás con el fin de desacreditar a quienes cuestionen verdaderamente a seres humanos tan funestos como los Windsors. No obstante, hay una pequeña cosita en la que coincido con ese loquito inglés: la Familia Real Británica está repleta de verdaderos reptiles. Pero no son “reptiles annunaki” ni cosa sobrenatural alguna, absurdas tonterías engañabobos. Cuando me refiero a los monarcas ingleses como “reptiles”, lo hago en la segunda acepción que nos da el Diccionario de la Real Academia Española: “Dicho de una persona rastrera, vil e innoble”. ¿Pero por qué, se preguntarán?
Vamos por parte. Los Windsors son “rastreros” porque siguen colgados de unas falsas tradiciones y hacen hasta lo imposible para mantenerse en un trono que no les pertenece y nunca les perteneció. Son falsos monarcas, usurpadores, de un linaje maldito y que ha demostrado la total perversión que promueven desde su misma Secta Anglicana, que se dice cristiana pero que permite todas las degeneraciones y depravaciones contrarias a las enseñanzas del Divino Maestro (como el casamiento entre homosexuales, la ordenación sacerdotal a mujeres, incluso el aborto). Les recuerdo que en el mundo occidental, existe una “teocracia de facto” y esa es la Corona Británica, en la que el Rey (o la Reina) de Inglaterra no solo es monarca sino también Jefe Supremo de la Religión Anglicana. ¡Sólo les falta llamarse “Faraones”!
Un escritor británico a quien respeto bastante (para que no me acusen de que “odio” a los ingleses), J.R.R. Tolkien, en su celebérrima obra “El Señor de los Anillos”, como buen católico que era, se encargó de representar a los anglicanos (y a todos los protestantes) por medio del hechicero Saruman, quien por poder y orgullo quiso hacerse del anillo para su propio beneficio sin contar con que, indirectamente, se convertía de esta forma en un servidor del maligno Sauron. Ese pequeño secreto Tolkien lo dejó servido en bandeja, en la cara de los lectores, pero aparentemente nadie quiere decirlo en voz alta. El “Culto a los Reptiles” del mundo anglicano es demasiado fuerte. Pero “Saruman” significa “Sarum Man”, es decir, hombre de Sarum. ¿Y qué es “Sarum”? Es el Rito “Antiguo y Aceptado” de las liturgias anglicanas, con muchos colores, mucho espectáculo, mucho tradicionalismo (pero falsa tradición), muchas formalidades pero vacío de todo fondo, sin sustancia (nunca mejor dicho) y por ende, un mal remedo y nada más.
Los “rastreros” Windsors no solo provienen de un linaje usurpador de la monarquía británica sino que también continúan con la usurpación de todo lo que por más de mil años perteneció a la Iglesia Católica hasta que a Enrique VIII se le antojó casarse varias veces. Pero Dios opera de maneras misteriosas y lentamente, la Secta Anglicana está muriendo por sus propias falsedades, con varias decenas de dizque “Obispos Anglicanos” (muy entrecomillada esa frase) pasándose a la Iglesia de Jesucristo (con sede en el Vaticano) en los últimos años a causa de la absoluta destrucción doctrinal que se vive en la Iglesia de los Windsor, con sede en Buckingham.
También son “viles” los miembros de la familia real británica por razones de larga data. Es su vieja costumbre meterse en lo que no les importa, “tirar la piedra y esconder la mano”, ser hipócritas como ellos solos y escudarse siempre en propaganda con un dizque “sense of humour” que nunca fue tal, salvo excepciones. Nunca se habla de los grandiosos crímenes cometidos por la Corona Británica en la India, en Irlanda, en África, incluso con sus propios compatriotas por el mero hecho de no adherir a la “secta anglicana” hasta el siglo XIX inclusive. Todos sabemos que Inglaterra (y Holanda) fue la más grande esclavista de la historia moderna de Occidente, que no dejaron vivo a indígena alguno en las 13 colonias, etcétera. Todos sabemos cómo Inglaterra financió y promovió la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay (obvio que a los monarcas británicos les sobran lacayos y vasallos aquí y allá, que lo negarán siempre).
Yo no sé si esta anécdota es cierta, pero al menos así se cuenta en mi familia (que nada tiene que ver con la política). En 1962 vino al Paraguay el muerto Príncipe Felipe, el Duque de Edimburgo, esposo de la Reina Isabel II. Lo recibió el General Alfredo Stroessner. Después de los saludos y recorridos de rigor, tuvieron una charla privada. El príncipe intentó usar el “sense of humour” inglés con Tembelo. Le dijo que la BBC de Londres haría un documental sobre Paraguay (eso fue así) pero que probablemente, no hablarían bien del gobierno del General Stroessner a pesar de sus esfuerzos vanos. El Presidente le dijo que a diferencia de lo que ocurre en Inglaterra, en el Paraguay, aunque no guste mucho, está permitido criticar al Gobierno (jajaja, un concurso de humoristas). A lo que preguntó, intentando ser irónico, Felipe de Edimburgo: “¿acaso Usted no es un dictador?”. Stroessner retrucó: “Sí, y Ud. Majestad, es Príncipe de Inglaterra”. El inglés, un poco picado, le dice “pero hay mucha diferencia, Excelencia”. A lo que el “artillero corazón de acero” remató con contundencia: “Por supuesto, yo soy responsable de todo lo que pasa en el Paraguay y claro que me critican; Usted es responsable de nada de lo que pasa en Inglaterra pero igual lo idolatran”.
O sea que Stroessner le dijo “bueno para nada” (entre otras sutilezas) al príncipe inglés. Los españoles tienen una frase para esa clase de cosas: “con dos cojones”. En fin, esta es solo una versión, no puedo dar fe de que sea cierta. Pero no me cabe duda de que estos “principitos” ingleses son así de viles y atrevidos aunque, de vez en cuando, encuentran quién se les plante.
El mismo Felipe de Edimburgo, en una entrevista dada en Alemania en 1988 (y esto sí que es cierto) dijo que “sí moría y reencarnaba, le gustaría ser un virus maligno para exterminar a una buena parte de la humanidad y solucionar el problema de la sobrepoblación”. Murió el año pasado, con la pandemia de COVID aun intensa, y allí sí que podríamos hablar de “sense of humour”. El reptil este quería vengarse del mundo en el día de su muerte y llevarse a unos cuántos detrás de él. ¡Humor negro y no macana! ¿Será que lo cumplió?
Pero sigamos hablando de “villanos”, es decir, gente vil. El primogénito de Isabel II y el muerto Felipe es Carlos, Príncipe de Gales. Un tipo que tiene más carisma que un trapo de piso, que se las pasó de escándalo en escándalo en sus tiempos de juventud, todos sabemos lo desgraciada que hizo a la tontita Princesa Diana de Gales, ya difunta. Ahora que está más viejo, pareciera ser que se controló un poquito y abandonó su afición enfermiza al whisky y la sodomía (una tradición británica), quedándose con su segunda esposa, Camila. En fin, este energúmeno es uno de los principales promotores de la “agenda 2030” y el llamado “Gran Reseteo” junto a su buen amigo, el alemán Klaus Schwab.
Sin embargo, el premio mayor de vil degenerado se lo lleva el otro príncipe, Andrés el Duque de York. El Ejército Inglés, nada más y nada menos, lo acusó de robar y traficar armas y vendérselas a los emiratos musulmanes. Más eso es pacata minucia al lado de su participación en el famoso caso de Jeffrey Epstein, el “suicidado” magnate estadounidense que llevaba a cabo actividades de pedofilia, pornografía y sodomía en la llamada “Isla Lolita”, de la que era habitué el “aristócrata» inglés. Hasta ahora, la Familia Real Británica está haciendo todo lo posible para que este escándalo no se les salga de las manos, pero todo indica que Andrés de York (quien, de facto, es el líder del Rito de York en la francmasonería) estaba metido hasta el cogote.
¡Qué linda familia, che! ¡Será que nos contarán todo esto en “The Crown”, con justificaciones llorosas en medio de la cinematografía más sublime!
Con todo lo que estamos relatando (y ni siquiera hablamos de los duques más jovencitos), ¿cabe duda de que los Windsors son unos verdaderos viperinos, totalmente innobles? Es más, aquí debemos preguntar: sí el esposo y los hijos tienen todas las características para ser calificados de perfectos “fils-de-pute” (perdón por mi francés), ¿qué podría pensarse de la Reina y Madre, Isabel II? ¿Cuántos muertos en el armario ha de tener esa vieja reptil?
Pero bueno, hay gente que es feliz rindiéndoles culto. Sin disimulo y con mucho desparpajo en algunos casos, sutil e indirectamente en otros. Pero lo hacen, por los más diversos motivos. Es el “Culto a los Reptiles” del que hablábamos al comienzo. Porque algunos seres humanos necesitan de sus “annunakis” para adorar (aclaro que estoy siendo irónico, no creo que existan los “reptilianos” del loquito David Icke). Otros, como Saruman, viven engañados por los “Ritos de Sarum, antiguos y aceptados” con la magia del anillo que los llevará a la perdición eterna. No faltan los que gustan, por dinero o especias, del vasallaje con acento inglés, con mucha hipocresía y ese “sense of humour” que nunca hizo reír a nadie, salvo honrosas excepciones.
Desde el Paraguay con mucho amor, este artículo va dedicado a Su Satánica Majestad, Isabel II de Inglaterra, en su “jubileo” por 70 años de reinado (un “jubileo” trucho a la vez, porque en el verdadero “jubileo” las deudas eran perdonadas a todos los súbditos del reino; pero es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un Rey de Inglaterra no sea siervo de la usura). Solamente quiero decir a Su Satánica Majestad, que yo no rindo “culto a los reptiles” sino que los trato de la manera en que deben ser tratados: como las rastreras, viles e innobles alimañas que son. Pero nunca es tarde, Isabel II, para arrepentirse y entregarse a la Divina Misericordia del único Rey de Reyes y Señor de Señores. Un sacerdote de la Santa Iglesia Católica podría ayudarle, después de un exorcismo, claro está. Nunca es tarde.