Como si la seguridad del ciudadano no fuera ya un problema cotidiano, el ineficaz Ministerio del Interior, encabezado por el ineficiente Arnaldo Giuzzo, se busca solito los problemas.
Esta vez, pretenden modificar la normativa que rige a la Policía Nacional con la intención de tomar el control del presupuesto de la fuerza y el sistema de ascensos. Esta modificación apunta, sin dudas a ejercer “control” sobre la fuerza y, desde ya, sobre los hombres y las posibles disidencias.
Haciéndose del control del presupuesto y el mecanismo de ascensos del personal, el Ministerio del Interior se asegura que las voces disidentes, las que marcan el pésimo manejo de la seguridad, sean acalladas a través de la máxima política de “látigo o billetera”; por un lado o por el otro te voy a castigar si no sos funcional al sistema.
El argumento esgrimido por Pablo Ríos, Viceministro de Seguridad Interna, es que la policía no funciona y es corrupta porque no existe un pleno control político de la institución. Que no haya políticas serias de seguridad, que se haya llevado a los “Linces” a la mínima expresión, la falta de presupuesto para combustible o reparaciones de las unidades móviles nada tienen que ver con la inseguridad. El único problema es que Giuzzo y sus funcionarios no manejan el dinero de la policía, como no nos dimos cuenta antes.
El primero en poner en alerta a la ciudadanía y a la familia policial de la lucha que se viene fue el Círculo de Oficiales Retirados de la Policía Nacional. En un comunicado a la opinión pública, avisaron que defenderán la institucionalidad más allá de cualquier tipo de interés político o personal.
Lo concreto, a la ola de inseguridad que sufrimos día a día en las calles, le vamos a sumar ahora una lucha interna, una pulseada entre el ministerio y la Policía Nacional.