La nueva gobernadora del Estado de Nueva York, Kathy Hochul, quien llegó al poder tras la renuncia del demócrata Andrew Cuomo por denuncias de abuso sexual, solo ha profundizado las brutales regulaciones sanitarias de uno de los distritos más importantes del país.
A fines de septiembre, Hochul anunció un masivo paquete de restricciones sanitarias nuevas, entre ellas una obligación de facto a vacunarse contra el Covid-19 para todos los trabajadores de la salud y educadores. Esto es, todos los establecimientos de estos dos sectores, tanto públicos como privados, fueron obligados a despedir a todo su personal que no tenga esté vacunado el pasado 28 de septiembre.
Esta medida autoritaria afectó a más de 80.000 trabajadores de la salud, entre ellos enfermeros, médicos y terapeutas, y a más de 15.000 trabajadores de la educación, entre ellos maestras, profesores, y directores. Los empleados despedidos por negarse a vacunarse no serán elegibles para los beneficios de desempleo, según informó luego el Departamento de Trabajo.
Para suplir esta brutal caída de la oferta laboral, en un sistema que ya estaba sufriendo de desempleo por la pandemia, la gobernadora Hochul anunció que pidió movilizar a la Guardia Nacional, para que médicos y profesores militares reemplacen temporalmente los puestos que quedaron vacantes.
A su vez, ha puesto un límite para el 12 de octubre, fecha en la que serán despedidos todos los empleados públicos que no estén vacunados y se romperán contratos estatales con empresas que tengan empleados sin vacunar.
“Firmaré un decreto que me permitirá distribuir a soldados de la Guardia Nacional en todos los hospitales y centros educativos donde haya falta de personal“, dijo la gobernadora muy orgullosa de su medida que ha dejado a casi 100.000 neoyorquinos en la calle por no haberse vacunado contra un virus con una letalidad promedio del 2%.
Y concluyó: “Yo no quise hacer esto. Mi deseo es que todos estén vacunados, para que puedan trabajar a salvo. Pero la población que no se vacuna me obliga a tomar estas medidas“.
La líder demócrata también estuvo en el foco de atención la semana pasada luego de que le dijera a una congregación de cristianos que “Jesús querría que se vacunen“.
En 2020 había dicho que la vacuna, como había sido desarrollada durante el gobierno de Trump, “no era segura”
En el Centro Cultural Cristiano de Brooklyn, Hochul tomó el micrófono y empezó a usar la fe como mecanismo de extorsión para que la gente se vacune. “Sí, sé que ustedes están vacunados. Son los inteligentes, pero ya saben, hay personas que no están escuchando a Dios y lo que Dios quiere. Ustedes saben de quiénes estoy hablando“, Hochul. dijo.
“Necesito que sean mis apóstoles. Necesito que salgan y hablen de ello y digan: ‘Nos lo debemos el uno al otro. Nos amamos’”, continuó. “Jesús nos enseñó a amarnos los unos a los otros. Y cómo demostrar ese amor, pero a preocuparnos lo suficiente como para decir: ‘Por favor, vacúnate porque te amo. Quiero que vivas’“.
En su discurso improvisado, Hochul también dijo: “Yo le recé mucho a Dios para que se termine esta pandemia, y él nos mandó la vacuna“. A pesar de que en 2020 había dicho que la vacuna, como había sido desarrollada durante el gobierno de Trump, “no era segura”.
Sin embargo, ahora se ha convertido en la principal militante de la vacuna obligatoria, y hasta mostró que lleva consigo un collar con un emblema de la vacuna, “este es mí recuerdo todos los días de que estoy vacunada y estoy segura”.
Y cerró: “Necesitamos dejar esta pandemia en el pasado para volver a hablar de los temas más importantes, del racismo sistémico, de la desigualdad, del cambio climático“.