La sexta Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que tuvo lugar el pasado sábado en México, llamó la atención no por los planes positivos que ahí pretendían generarse –sobre fondos para catástrofes y vacunación- sino por la presencia de dos dictadores comunistas: Nicolás Maduro, de Venezuela, y Miguel Díaz Canel, de Cuba.
En contraparte, dos presidentes sudamericanos, el de Paraguay y el de Uruguay, hicieron frente a esos tiranos izquierdistas, a quienes reclamaron por la represión política, la falta de democracia, y de derechos humanos que sufren cubanos y venezolanos bajo su yugo.
«Mi presencia en esta cumbre en ningún sentido ni circunstancia representa un reconocimiento al gobierno del señor Nicolás Maduro. No hay ningún cambio de mi gobierno y creo es de caballeros decirlo de frente», dijo el mandatario paraguayo, Mario Abdo Benítez, y poco después abandonó el recinto.
Maduro le contestó: «Le digo al presidente de Paraguay: ¡Ponga usted la fecha, el lugar y la hora para un debate sobre la democracia en Paraguay, en Venezuela y América Latina! El tirano venezolano que se cree capacitado para debatir sobre democracia es buscado por la DEA por narcoterrorismo, corrupción y tráfico de drogas, por quien ofrece 15 millones de dólares de recompensa. Aún así, se envalentonó y retó también al presidente Luis Lacalle Pou, de Uruguay: ¡Ponga usted, presidente Lacalle, la fecha y el lugar!»
Lacalle había comentado en su intervención: “Cuando uno ve que en países no hay una democracia plena, no se respeta la separación de poderes, cuando desde el poder se usa el aparato represor para acallar las propuestas, cuando se encarcela a opositores, cuando no se respetan los derechos humanos, debemos decir con preocupación lo que ocurre en Cuba, Nicaragua y Venezuela.”
Sus palabras fueron oxígeno puro para la defensa de la democracia en el continente americano, y sólo en una de las cuentas de twitter que las recogieron, tuvieron 2.3 millones de reproducciones.
El gobierno mexicano, que preside por ahora la CELAC, ha estado intentando conformar un nuevo eje socialista con los gobiernos de esta tendencia en América Latina, que le son cercanos, como Venezuela, Cuba, Bolivia y Argentina. Una suerte de sustituto del Foro de Sao Paulo, pero liderado por México. Y habría que sumar ahora a Pedro Castillo, presidente de Perú, con todo y su enorme sombrero.
Sin embargo, las cosas no salieron de acuerdo a los planes esperados por la “Cuarta Transformación” y su agenda oculta fracasó: en la cumbre no se acordó desplazar a la Organización de Estados Americanos (OEA), ni la destitución de Luis Almagro, a quien rechazan por su supuesto intervencionismo, que más bien fuera observación electoral.
Tampoco quedaron bien con Joe Biden y Kamala Harris, de quienes esperaban respaldo para perpetuarse en el poder sin “intervencionismo”, a cambio de apoyo latino del eje rojo -léase voto latino- para las elecciones intermedias de 2022 y las presidenciales de 2024.
Además, el recién derrotado electoral Alberto Fernández, presidente de Argentina, canceló su asistencia. Chile y Colombia tampoco fueron. Brasil abandonó el año pasado la CELAC, por lo que Jair Bolsonaro tampoco asistió.
¿Por qué se fue Brasil de la CELAC? Ernesto Araujo, quien fuera canciller de ese país, tuiteó el 16 de enero de 2020: “Brasil decidió suspender su participación en la CELAC. La CELAC no venía teniendo resultados en la defensa de la democracia ni en ningún ámbito. Por el contrario, brindó un escenario para regímenes no democráticos como Venezuela, Cuba, Nicaragua”.
Por esta tendencia de la CELAC al socialismo no resulta extraño que quien sí estuvo feliz con esta cumbre fue el Partido Comunista de China (PCCh). “El presidente de la República Popular China, Xi Jinping, felicitó a los pueblos de América Latina y el Caribe por la celebración de la VI Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la CELAC, un mecanismo que se ha acercado a China, por consenso, gracias a la @PPT_CELAC”, posteó la cancillería mexicana.
Las propuestas del presidente mexicano, Andrés Manuel López, tampoco encontraron eco entre sus homólogos ahí presentes.
Propuestas que, por cierto, lucieron contradictorias, porque por un lado pusieron el énfasis en que sean respetadas las soberanías nacionales, la no intervención, y la libre autodeterminación de los pueblos -en clara alusión histórica a Estados Unidos-, pero por otro lado impulsó la integración de una suerte de Unión Continental (que reúna a Estados Unidos, y Canadá con América Latina), en el esquema de la Unión Europea, y dejar en manos de la ONU el arbitraje de problemas relacionados con la democracia y los derechos humanos.
La CELAC –consideró López Obrador-, puede convertirse en el principal instrumento para consolidar las relaciones entre nuestros países de América Latina y el Caribe, y alcanzar el ideal de una integración económica con Estados Unidos y Canadá en un marco de respeto a nuestras soberanías; es decir, construir en el continente americano algo parecido a lo que fue la Comunidad Económica que dio origen a la actual Unión Europea”.
Sus aspiraciones globalistas no se detuvieron al poner en manos de organismos progresistas socialistas, como la ONU, decisiones trascendentales: “Que las controversias sobre democracia y derechos humanos se diriman a petición de las partes en instancias verdaderamente neutrales creadas por los países de América y que la última palabra la tengan las agencias especializadas de la Organización de las Naciones Unidas”, añadió López Obrador.
Las críticas en las redes a López no se hicieron esperar. Fernando Belaunzarán posteó: “Fracasó la ocurrencia de sustituir la OEA por otro organismo. El golpe a la megalomanía de @lopezobrador_ fue seco. De la cumbre de la CELAC, no salió AMLO como líder de la región, sino como alcahuete de dictaduras. Triste papelón.
Pascal Beltrán del Río, director de Excélsior, tuiteó: “quienes invitaron a los dictadores a México y les dieron un rol protagónico nunca se imaginaron la exhibida que se llevarían ante el mundo entero. Recordemos que para recibir en el aeropuerto al presidente Luis Lacalle le mandaron al irrelevante secretario de SCT.
El conocido productor cinematográfico Eduardo Verástegui opinó en sus redes: “No al comunismo en México. No al comunismo en el mundo. El comunismo es sinónimo de muerte. Fuera Nicolás Maduro, fuera Díaz Canel, y fuera de nuestro país todos los comunistas que se quieren apoderar de nuestra Nación”.
La Gaceta de la Iberosfera