sábado, 23 noviembre, 2024

Bolaguay, el país de la mentira

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«Todo es bola, desde la raíz Raúl, todo bola, no te olvides» me repetía cada mediodía el locutor deportivo Edgardo Villalba Vichini cuando me cruzaba con él en el estudio de Canal 9, cuando eso un canal paraguayo. Actualmente hasta la Pilsen es brasilera, que vergüenza.

VV era un hombre pintoresco, sanguíneo, pero yo no entendía porque siempre me decía lo mismo y no había tiempo para conversar ya que el salía del bloque deportivo y yo entraba para comenzar el noticiero. Falleció hace unos cuantos años sin que hubiera oportunidad de darme una explicación, pero hace no mucho tiempo comencé a entender el significado de lo que me repetía. Y es eso mismo, en este país todo es bola, desde la raíz, por eso lo re bautizo Bolaguay, le va perfecto.

Como escribió Octavio Paz: «Nos movemos en la mentira con naturalidad, la mentira política se instaló en nuestros pueblos casi constitucionalmente», en el caso paraguayo, la carta magna confiesa el origen de esto en el artículo 82: «Se reconoce el protagonismo de la Iglesia Católica en la formación histórica y cultural de la Nación», ahí está, ¿qué? ¿Quieren más?

El historiador Nelson Ferreira me hizo una pregunta a quemarropa hace unos años en medio de una pausa en la radio: «Cual es la fundamental diferencia entre los países del primer mundo y el nuestro?» «Se miente menos» respondí sin chistar, si señor, como que de siempre, en el ojo.

Las tres grandes mentiras

Las tres grandes mentiras del Paraguay son: Estamos en una república, vivimos en democracia y somos un pueblo cristiano. Mentiras fundamentales que sostienen la farsa de lo que no somos.

Por eso no tuvimos tres presidentes: Luis María Argaña, Lino Cesar Oviedo y Domingo Isabelino Laíno; Lilo, Lino y Laíno, ellos hubieran sido presidentes legítimos, cada uno en su tiempo.

Acá somos todo lo que no somos porque llamamos a lo que no es como si fuese y a lo que es por lo que no es. ¿Se entiende? O prefieren «Pablito clavó un clavito ¿cuantos clavitos clavó Pablito?»

Mejor el profeta Isaías: «¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!»

Si el mismísimo Benjamín Franklin advirtió que la república estadounidense podría perecer si no sabían conservarla, hasta que sucedió, cuanto más acá a pesar de ser más jóvenes. En una República las Instituciones funcionan en favor del pueblo, eso es la cosa pública, el significado de república, y no para reprimir y esquilmarlo por parte de una casta criminal de políticos. Fundamental razón para cambiarle el nombre al Paraguay.

¿Democracia? ¡Pero por Dios! Esto es cualquier cosa menos una democracia. Además, no es una meta si no un método y aquí siempre se confunde eso de entrada, por ende, jamás tuvimos una. Dijo Voltaire: «para hablar conmigo primero definamos los términos», porque aquel que cree que esto es una democracia tiene una definición muy distinta de la mía al respecto.

El catolicismo es un falso cristianismo así como la falsa medicina de las farmacias.
Cristo vive y no está muerto como en las Iglesias Católicas, colgado, crucificado. Por eso los medicamentos no curan y los curas no salvan.

Entonces llegamos al punto de creer nuestras propias mentiras, se vive en una mitomanía, o sea, en una sociedad de enfermos mentales, sin duda. A tal punto que decir la verdad se convierte en un acto revolucionario como diría George Orwell y hasta peligroso en casos.

Imagínense que aquél que cuestiona, confronta o expresa su opinión se le tilda de «polémico», como que está «or-say». Como no va a ser así cuando que existe un programa de tv llamado «Polémica en el bar» que no tiene un ápice de polémica, conducido por tibios varoncitos domados por sus mujeres, una más bagre que la otra por eso fingen que no sienten nada cuando la culona de turno les acompaña (Zelinsky, Fabi Martínez, Lorena Arias), están ahí, tiesos. ¡Vergüenza! ¡Sean hombres carajo! ¡Por lo menos una palmadita en la colita! Yo me pasé palpando culos en BCPY y de los mejores. ¡Maricas!

Y el productor, el Chenita este, sponsor oficial de la tibieza paraguaya, un cagón. Todo esto se realiza en el canal de los putos: «Teviró-futuro».

La gente no sabe que no sabe

Tan certero el paisano Chomsky cuando dijo: «La gente no sabe lo que pasa y no sabe que no sabe», tal cual.

Como cuando en Caracol todo el mundo bailaba, incluido Marito, el himno pop de los putos y mi amigo el inglés dejó la pista despavorido. Le pregunté qué le pasó y me contestó:

«¿This happens in Paraguay?» (¿Esto sucede en Paraguay? como diciendo ¡¿Esto se escucha aqui?!)
«¿What?» le pregunté
«¡This music!»
«¿What about it?»
«¡Its Ian Dury!»
«¿So?»
«¡Its the bloody faggets anthem!» (Es el himno de los maldítos putos) «Pay attention to the lyrics» (Escuchá la letra)

Letra: «Hit me, hit me with your rythm stick» (Dame, dame con tu palo rítmico)

Y todo el merengue paraguayo, de blanco obvio, bailando frenéticamente sin entender la letra. Eso somos. Y aquí sigue el baile democrático, republicano y cristiano. Fenomenal, dementes todos, pero yo soy el loco hina. Me cago de risa y en todos los «sanos».

Debido a todo lo que no somos a pesar de creer serlo, como consecuencia, nadie está en su lugar. Es directamente un país de DESUBICADOS en el sentido estricto de la palabra, de modo que los desubicados en la sociedad de desubicados son los únicos ubicados o ubicuos, los polémicos son los sinceros y los locos son los sanos, verdaderamente.

Kalil Gibran

La mano, la nariz, la oreja y el ojo estaban reunidos, de repente el ojo divisa el Monte Fuji y exclama: «Que hermosura de montaña». La nariz dice: «Pero yo no huelo nada», la mano: «Tampoco yo alcanzo a tocar nada», la oreja: «Y yo no escucho nada».

Entonces, se apartan la mano, la nariz y la oreja y concluyen que el ojo está loco, cuando que es el único de los cuatro que puede distinguir el Monte Fuji. Este cuento está extraído del libro «El Loco» del autor de origen libanes, quien también dijo:

«Cristo curó a los ciegos, a los lisiados, a los paralíticos y a los leprosos. Pero a los idiotas no pudo curarlos»

Esto último viene bien para aquellos que tratan de «despertar» a la gente estúpida en esta plandemia y se dé cuenta de lo que realmente está pasando. Mi recomendación es que si ni aún Cristo pudo hacerlo, ¿qué les hace creer a ustedes que podrán? En todo caso prediquen el evangelio pero no traten de curar idiotas, no son vidas las que hay que salvar, tampoco es vuestra potestad, si no almas en todo caso a través de la locura de la predicación como dijo Pablo apóstol a los gentiles ya que nunca hay suficiente evidencia para los idiotas según el padre de la literatura norteamericana Mark Twain.

Conclusión

Es así como llegamos a lo que somos, más bien a lo que no somos en el país de la mentira; Bolaguay, el país de la sopa dura como escribió el finado Helio Vera, el país de la polémica sin polémica, del banana split sin banana, de los gobiernos ilegítimos, de representantes sabaneros, de las instituciones al pedo, de la justicia sin justicia, del liberalismo sin liberales, del stronismo sin Stroessner, como el café descafeinado y la leche con 0% de lactosa como es ahora. De aquí a poco el chipá guasu será sin choclo, la tarta de cebolla sin cebolla, el tereré sin yerba, los varones sin huevos y las mujeres sin pelos en la concheta como casi todes.

«¿Y que tiene?»

«Que ya no se podrá decir mastica-alfombras a las tortilleras.»
«¿Cómo se les va a decir entonces?»
«Tijerita luego suele llamarles también.»
«Ahh!»
«Cualquier duda pregúntale a la hija de Menchi.»
«Bueno, listo, enseguida.»

Shabat shalom, Happy Hannukah

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