Los hechos se remontan a junio de 1989 pero todavía siguen vivos en la memoria de muchos. En abril de ese mismo año, los estudiantes universitarios de China empezaron a reivindicar una mejora de sus condiciones de vida y a protestar en contra del Gobierno.
Las protestas comenzaron, según los expertos, con reivindicaciones muy primarias: querían mejoras en las instalaciones del campus universitario. Para pedirlo, iban a la simbólica Plaza de Tiananmén, en Beijing, se sentaban y gritaban sus consignas de forma pacífica.
Si bien la cara visible de las protestas iniciadas en abril eran de estudiantes que tenían desde demandas sencillas hasta otras más complejas -como la dimisión de un Gobierno que acusaban de «corrupto» y fallido»-, más tarde se unieron otros sectores a la también conocida como ‘Revuelta de Tiananmén’. Profesores, gente de clase obrera y desempleados se sumaron a las reivindicaciones, algo que aumentó las tensiones en la ciudad.
De la noche a la mañana, las protestas atravesaron los muros de las facultades y llegaron a las calles de toda la urbe. En las calles de Beijing se podían ver pintadas contra el alto costo de vida, la corrupción y la represión gubernamental. La revuelta había comenzado.
El momento histórico que atravesaba China en la década de los ochenta era una época de cambio. Deng Xiaoping, el mandatario que había sucedido a la Banda de los Cuatro, tenía planeada la apertura de la economía nacional. Algo que no estaba beneficiando a todos los chinos, ya que el crecimiento del sector económico privado había provocado el aumento de la inflación, el desempleo y la corrupción.
Con la reciente Revolución Cultural de Mao Zedong y la guerra entre nacionalistas y comunistas -que terminó en 1949- todavía fresca en la memoria, el siglo XX fue muy sangriento para China. Algo que puede explicar la respuesta violenta del Estado y la represión que derivó de ella.
Son muchos los especialistas en materia sionocentrista los que relacionan el inicio de las protestas con el fallecimiento de Hu Yaobang, un miembro del Partido Comunista Chino moderado. Muy apreciado por los estudiantes, el político murió el 15 de abril de 1989 debido a un infarto durante una reunión del Partido. Sus seguidores acusaron al Ejecutivo de manejar mal su entierro y conmemoración y, al inicio de las protestas, se realizaron varios actos en su memoria.
Tras el inicio de una huelga de hambre colectiva y protestas en todo Beijing, el Ejecutivo decidió debatir cómo manejar la situación, con el miedo a que las manifestaciones se extendieran en todo el país. La decisión final fue rotunda: declararon la ley marcial en el país a partir del 20 de mayo de 1989 y acordaron sofocar las manifestaciones. El Gobierno estaba dispuesto a ceder en lo económico, pero ni un palmo en lo político.
A partir de ese momento, todos aquellos que siguieran en las calles estaban desafiando directamente a las autoridades, con la represión que esto podía conllevar. No obstante, fueron pocos los que decidieron volver a casa y abandonar la lucha.
El punto de inflexión llegó en la noche del 3 al 4 de junio. Tropas y tanques del Ejército de Liberación Popular junto a la policía se dirigieron a la emblemática Plaza de Tiananmén para poner punto y final a las protestas, que ya acumulaban a más de un millón de movilizados en Beijing. Tras siete semanas de protestas, se ordenó que cargaran contra los manifestantes.
Muchos murieron en el camino de las fuerzas armadas a la plaza. A día de hoy, todavía se no está claro el número de fallecidos que, según las cifras estimadas por la OTAN, están entre los 241 y los 6.000. Además, se cree que hasta 10.000 personas fueron arrestadas durante y después de las protestas.
Un día después del suceso, una imagen pasaría a la historia de la humanidad y se convertiría en el símbolo de las protestas de Tiananmén. Mientras los tanques abandonaban la plaza tras la noche de violencia, un hombre que cargaba unas bolsas de plástico se detuvo frente a uno de estos vehículos de guerra para cortarle el paso en la avenida Chang An.
Otra muestra de protesta pacífica, que en esta ocasión no fue reprimida en el momento con dureza por el Ejército, ya que no cargaron contra él. Actualmente, se desconoce el paradero o la identidad de esta persona que se convirtió en la imagen de las protestas.
Más tarde, la historia demostraría la derrota de los estudiantes de Tiananmén, con China volviendo a la estabilidad y al estatismo político. «Que cien flores florezcan, que cien escuelas de pensamiento compitan», decía una de las consignas del movimiento maoísta, aunque los estudiantes del 89 ni siquiera estuvieron dentro de una «competición» con el Ejecutivo chino.
El Gobierno chino sigue negando la matanza
Aún en la actualidad, las autoridades chinas utilizan eufemismos para referirse a los hechos que tuvieron lugar en 1989. El uso más extendido es el del «incidente del siglo pasado», respecto al que todavía se sigue negando información a los familiares de las víctimas.
Este tabú para el Gobierno tiene una motivación política en el país. Y es que la Plaza de Tiananmén está frente a la Ciudad Prohibida y es el símbolo más importante de la vida pública en China. Desde el Ejecutivo también se evita que ciertos contextos puedan propiciar una revuelta similar a la que se vivió el último año de los ochenta.
Por eso, con la habitual postura china frente a la presión internacional, el actual portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Wang Wenbin, recurrió este viernes a que el episodio es «un asunto interno de China».
En las pocas ocasiones que ha apelado al tema, el Gobierno ha querido dar un enfoque favorable al asunto. En 2019, por el trigésimo aniversario del suceso de Tiananmén, Geng Shuang, el entonces portavoz del Ministerio de Exteriores aseguró que ese hecho histórico probaba el avance de la sociedad china. «El enorme éxito económico que hemos logrado muestra que el camino de desarrollo que elegimos es el correcto», apuntó tras ser preguntado al respecto.
Ahora, el último movimiento del Ejecutivo local de Hong Kong -una ciudad con gran presencia de la oposición- ha sido prohibir la vigilia anual que se celebra en memoria de las víctimas alegando que podría ser peligroso por la pandemia de Covid-19.
No obstante, han sido muchos los opositores y personajes influyentes que han animado a los ciudadanos a salir a las calles para rememorar a los «inolvidables» que perdieron sus vidas en Tiananmén.
Los herederos de los estudiantes de Tiananmén
Pero, tal y como pasó en 1989, las advertencias gubernamentales no han disuadido a los opositores del Gobierno de salir a las calles, pero esta vez en Hong Kong. La vigilia se había celebrado anualmente el 4 de junio en la ciudad hasta 2020, cuando fue prohibida por la presencia del Covid-19.
Pero la gente no quiere olvidar. A pesar de la amenaza judicial de hasta cinco años de cárcel por participar en las marchas, cientos de manifestantes se congregaron este viernes con velas en el Parque Victoria. Y las encendieron en memoria de cada uno de los fallecidos o desparecidos en la misma fecha de 1989.
Fueron varios los activistas que animaron a los ciudadanos a protestar a pesar de la prohibición, calificándolo como algo «necesario».
«El espíritu de Tiananmén está vivo en China y en todas partes se reúne gente amante de la libertad. Recordamos este trágico aniversario y nos comprometemos a trabajar por un futuro en el que el legado de la generación de Tiananmen finalmente pueda realizarse en China y en todo el mundo», dijo Samuel Chu, opositor y director general del Movimiento por la Democracia de Hong Kong, a través de redes sociales.
Ya son varios los opositores encarcelados. Este 4 de junio, la policía arrestó a la activista Chow Hang-tung, vicepresidenta de la Alianza de Hong Kong en Apoyo a los Movimientos Patrióticos y Democráticos de China por «publicitar una manifestación no autorizada». Su organización fue la encargada de convocar la vigilia en la ciudad.
Esta vigilia no es solo una acto conmemorativo por las víctimas de Tiananmén, también es una clara oposición y símbolo de resistencia de los opositores al Gobierno chino, que denuncian que cada vez se están quedando con menos espacios para protestar.
Son muchos los opositores que comparten y prometen volver al ideario de los estudiantes universitarios de la primavera del 1989, y que aseguran que no los olvidarán 32 años después del suceso.