sábado, 23 noviembre, 2024

Mezclando el culo con la Constitución

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La política dialéctica, polarizada de algunos “actores sociales” de nuestro país, no solo no aporta absolutamente nada al debate o a la armonía social, sino que actúan como factores generadores de violencia en una sociedad crispada por la coyuntura.

Uno de los más activos en este sentido, es el corriente sujeto autodenominado “científico” Eduardo Quintana, incluso, superando en sus diatribas a un especialista en la materia como Enrique Vargas Peña (Ahí se le debe reconocer el esfuerzo).

Giovanni Papini afirmó que: “Cada hombre es diverso, distinto de los demás, inefable, único, absolutamente personal” y, como tal, debe ser respetado. La elección de este escritor italiano no es antojadiza; Papini vivió como un ferviente ateo y murió como un ferviente cristiano, eso sí, siempre respetando a su oponente en el debate ¿O no es eso lo que constantemente pregona el “científico” que nos ocupa? Salvo que solo se trate de respetar lo que él considera respetable, por supuesto.

En sus últimos arrebatos de intelectualidad twitera, se lo ve desorientado, confuso, mezclando religión, corrupción y código penal. Sin entender ni mucho menos aclarar el punto que quiere destacar y cito: “Aunque este sea un país mayoritariamente cristiano, no se puede celebrar Semana Santa en medio de tanta miseria y violencia. Casi 265.000 paraguayos cayeron en la pobreza en el último año, la corrupción continúa intacta en el estado y hay 3 jóvenes encarcelados por protestar”.

Esto, señor Quintana, esto que usted hace, también podría enmarcarse en lo que se denomina la cancelación de la cultura tan en auge en estos tiempos. Es un enfermizo intento por negar la esencia de un pueblo, sus costumbres y todo lo que le es atávico en un buen sentido. Debiera concentrarse, si realmente se considera un filósofo, en festejar aquello que acerca al hombre a la virtud, sin importar que este acercamiento sea a través de la contemplación o de la oración. “Históricamente la sociedad ha sido maltratada, ninguneada y censurada” ¿Se acuerda de esto? Usted lo escribió en su libro «Pensar la censura desde Paraguay». No creo que quiera convertirse en el dictador o el burócrata que menciona en ese texto.

El truco para avanzar como sociedad, después de todo, consiste en dejar de jugar al juego de la confrontación permanente, en construir desde el disenso y, por supuesto, consiste también en no mezclar el culo con la constitución.

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