sábado, 23 noviembre, 2024

Las ideas detrás de la crisis penitenciaria en Paraguay

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Héctor Acuña
Héctor Acuña
Director Editorial de InformatePy

Las ideas funcionan como mapas en nuestras mentes y esto es una realidad: ninguna persona actúa en el vacío ideológico. Es así que siendo la realidad el territorio y las ideas, el mapa, cuando nuestros “mapas” están equivocados el territorio se convierte en un laberinto sin salida.

Esta es una descripción de lo que sucede con la crisis penitenciaria en Paraguay y es que, como dijo José Saramago, “para ver la isla hay que salir de la isla” así como para entender la crisis hay que desentenderse de “la maldita coyuntura” y mirar las ideas que provocaron la crisis. Es importante destacar que es importante que muchas veces, incluso nuestras ideas más queridas nos dirigen a lugares sombríos. Friedrich Hayek, el Nobel de Economía 1976, habla de esto al mencionar que:

…estamos dispuestos a aceptar cualquier explicación de la presente crisis (…), excepto una: que el actual estado del mundo pueda proceder de nuestro propio error y que el intento de alcanzar algunos de nuestros más caros ideales haya, al parecer, producido resultados que difieren por completo de los esperados.

Friedrich Hayek, Camino de servidumbre

A continuación, comparto tres ideas profundamente equivocadas que subyacen a la crisis penitenciaria en Paraguay:

  1. “La pena tiene como objeto la readaptación de los condenados”: esta es una idea absolutamente irracional expresada como una desiderata en la Constitución Nacional (art.20) y es una fantasía sencillamente porque es responsabilidad exclusivísima de cada persona privada de su libertad (PPL) su propia reforma moral y su reinserción a la sociedad.

Es un error político gigante pretender cargar a la sociedad con la reinserción de criminales como se hace actualmente debido a que ella es una decisión personalísima de la PPL y mientras se pretenda inculpar a todo paraguayo de bien la reincidencia en el crimen por parte de delincuentes no hay forma de que el sistema penitenciario funcione bien y esto es por una sencilla razón: se busca una causa donde no existe.

  • “Algo estamos haciendo mal como sociedad por eso el criminal tuvo que delinquir: por lo tanto, el criminal es víctima de la sociedad”: esta idea proviene de Michel Foucault, prócer de los delincuentes pues ha establecido toda una ideología tendente a justificar e incluso exonerar de culpa a todo criminal. El crimen sucede en el seno de la sociedad, razona Foucault, por lo tanto, la sociedad tiene parte en el mismo (es cómplice cuando no autora moral) y, por lo tanto, el criminal no puede ser totalmente responsable de su delito. Con esta idea el delincuente no solamente no es responsable de su actuar, sino que además el mismo representa un “síntoma” de que “algo anda mal”. Es así que la sociedad no debería punirlo muy severamente (garantismo) y además tendría que reconocer que la cárcel no es la solución (abolicionismo) porque tratar el “síntoma” no es tratar la “enfermedad”. Al margen de aquellas digresiones, de haber sistema penitenciario la sociedad debe mantenerlo y sostenerlo con su trabajo vía impuestos y descansa sobre ella la responsabilidad la enmienda moral del criminal, pues cuando ella “se cure” el “síntoma” desaparecerá.
  • “Pobrecito, pasa que sufrió mucho y por eso se convirtió criminal”: el dolor y el sufrimiento no son causas necesarias ni suficientes para convertirse en criminal, y siendo que dolor es omnipresente y transversal en la historia de la humanidad, por conclusión lógica deberíamos ser todos criminales. Sin embargo, los seres humanos pueden trascender el dolor y pueden ordenar sus actuaciones conforme a valores y principios y siempre están en condiciones de elegir sus actos y hacerse responsables de los mismos. Quien diga que un delincuente “no tuvo opción” niega la libertad y responsabilidad individuales y extiende sobre el criminal una condescendencia despreciable: “Misericordia hacia el culpable equivale a crueldad hacia el inocente”, como lo definió alguna vez Adam Smith.

CONCLUSIÓN PRELIMINAR

Es común que los seres humanos abracemos ideales, sin embargo, es posible que muchos ideales nos llevan a callejos sin salida y esto es así fundamentalmente porque el mundo no es “ideal”.

Estas ideas se sostienen en ideales de un falso humanitarismo y sobre las mismas está fundado el sistema penitenciario. Sin embargo, hay preguntas que son absolutamente racionales y legítimas respecto del sistema y ameritan una profunda reflexión:

  • ¿Por qué la sociedad debe financiar las cárceles vía impuestos?
  • ¿Por qué los presos no pueden trabajar adentro para autosustentarse?
  • ¿Cómo el criminal repara el daño de sus acciones si la misma sociedad a la que dañó termina financiando su estadía en las cárceles?
  • ¿Por qué se debe financiar vía impuestos a cuenta del contribuyente una pretendida «reinserción social»?
  • ¿La sociedad es culpable de algo?

Espero sirva la reflexión.

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