sábado, 23 noviembre, 2024

El «casio» de Piqué y Shakira

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Imposible abstraerse de este tema cholulo que poco aporta a la humanidad más allá de memes, lo normal en esta era palurda y de párvulos con cara de adulto en que vivimos.

Lo cierto es que el diagnóstico de decrepitud acuciante de nuestra otrora «civilización occidental» ya lo han hecho muchos hace varios siglos. Solamente estamos viendo los frutos putrefactos. ¿Alguien puede pensar en los hijos y los nietos de esta generación perdida, que no ha producido nada de valía aún, ningún logro colectivo por el que se sienta sinceramente satisfecha?

Tenemos aborto y feminismo, anticonceptivos y mujeres que «ya no lloran sino que facturan». Claro, es que la manifestación más clara de que estas empoderadas féminas verdaderamente son fuertes, está en escribir una dizque canción que rezuma resentimiento y atragantada malquerencia hasta por los poros. ¡Después de esto, el diluvio, y que Dios nos pille confesados! ¿Para esto valió tanto feminismo?

Igual, que no digan que aplaudimos al matungo que motivó esos escupitajos purulentos camuflados de música, para insulto de Pierluigi de Palestrina, Domenico Cimarossa o Richard Wagner siendo más modernos. De que es un imbécil, no me cabe duda alguna. Pero su conducta, injustificable como verdaderamente es, tampoco escapa lo mundano. Digamos que se trata, lastimosamente, de cosa de todos los días.

Sin embargo, que una mujer se humille a sí misma, se avergüence tanto con sus malas rimas y su patético rencor indigesto, que se exponga al vilipendio y el vituperio por un mal controlado estallido de histeria pasivo-agresiva que sólo habla más mal de ella que del mismo personaje que presuntamente la hizo sufrir, esto no es algo cotidiano sino que alcanza lo extraordinario.

Había muchísima más dignidad en esas damas y doncellas que lloraban en romántico silencio sus desamores, que mascullaban sus remordimientos en el encierro solemne de la privacidad, en lo más íntimo de sus corazones. Que todavía eran capaces de guardar dentro de sí a un neceser inaccesible de emociones, una pequeña cajita de recónditos secretos que preserva los restos de auténtica y pura humanidad que les quedaba. Porque el hombre no es sino un miserable conjunto de fatuos y pecaminosos enigmas que sólo encuentran redención en el misterio del sufrimiento.

Pero una mujer que «ya no llora sino que factura», que pone en venta hasta sus más íntimos dolores, que se arrastra hasta lo más bajo para lucrar con su propia desgracia, que entrega su cuerpo y su dignidad por una canción de mal gusto que solamente amerita ser tildada, en guaraní, como «tatupochy» de novela, pues sencillamente ya ha perdido todo resto de humanidad que le quedaba. Es una esclava del mercado, en el peor sentido de dicha expresión.

Y ya ni hablemos de los niños, propios y extraños, que son siempre las víctimas colaterales de esta mísera tragedia. No me refiero a los de la pareja en cuestión siquiera, sino de los del resto del mundo que han presenciado «como sí fuera nada» este espectáculo de chabacanería y lobotomización mental irreparable para muchos.

Lo que queda claro es que muchas veces, es mejor un reloj Casio antes que un Rolex. Ya decía mi abuelita, que decía la tatarabuela de su bisabuela: «no todo lo que brilla es oro y no hay nada más chabacano que ser una mujer tatupochy». ¡Pura sabiduría de la tatarabuela de la bisabuela de mi abuela, todas ellas vivieron felices y comieron perdices sin pasar tanta «pelada» como esta billonaria chica que «no llora sino factura»!

Para los que no hablan francés, tatupochy significa en guaraní «mujer despechada» (traducción metafórica, no literal, vale aclarar). Oh la la mua yesuí le fifí je ne parle pas guaraní, tu es un guaranguin. Bueno, más guarango que Shakira no soy, y el maravilloso idioma guaraní tiene tanto poder que una sola palabra bastará para condenarte: «tatupochy».

Capaz alguien me dirá que todo es un montaje. Ya sabemos. Simplemente estoy poniendo énfasis en el mal gusto, la «nacada» de todo esto.

Imposible abstraerse… Imposible. ¿Tomarlo con risa? Es que ni siquiera es chistoso. ¿Conocen a una mujer «despechada» (tatupochy) que tenga el más mínimo sentido del humor?

Dejamos esa pregunta picando, porque mi reloj Casio, no Rolex, me dice que ya no da para más el asunto. Basta de tanta chabacanería, mon Dieu du ciel.

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