No hace mucho, el coronavirus fue la excusa perfecta de la que se valieron los globalistas para encerrarse y encerrar a los demás. Cuando lograron su objetivo con sus medidas de encierros forzados, seguidamente los globalistas y sus lacayos afirmaron sin vergüenza alguna que la gente ya estaba preparada. Pero ¿preparada para qué?
Preparada para imponer su modelo de gobierno sin resistencia por parte de la gente donde la agenda política, económica, educativa y ahora climática tiene un denominador común: hacer de las personas abyectas en vez de ciudadanos libres.
¿Por qué esto es socialismo? Porque el orden social que desean establecer debe ser dirigido inexcusablemente por el protagonismo del Estado mediante la «nomenklatura».
Es de subrayarse que el término nomenklatura conforma una de las palabras preferidas de los comunistas que subyugaron a los pueblos bajo su égida. Significa que los miembros de una sociedad deben estar a cargo de la dirección de unos pocos supuestamente más preparados con la anuencia del poder estatal. A partir de aquí, la política, la economía, la cultura y ahora el clima, serán dictaminados según el parecer de la nueva nomenklatura.
La soberbia de los que desean dirigir nuestras vidas, inmiscuirse en lo que hacemos y hasta decimos se ha constituido en una forma de pensamiento y de práctica no solo autoritaria sino totalitaria. Quieren colocar al Estado en un pedestal al cual hay que rendir culto, reverenciando a los que ocupan cargos para la nueva “gobernanza”.
La agenda globalista es socialista. Se fundamenta en el dominio del poder estatal sobre los diferentes ámbitos de nuestras vidas. Su consigna consiste en dejar que ellos decidan por nosotros y que cuanto más Estado exista mejor, pero no para nosotros.