Valery Zaluzhni, comandante en jefe de las FFAA ucranianas y el presidente, Volodímir Zelenski, han mantenido desencuentros desde que arrancó la contraofensiva en la primavera pasada.
Los avances territoriales de Kiev fueron tímidos: consiguieron afianzar la orilla del río Dniéper, pero el frente en el Dombás se recrudeció debido al minado y las fortificaciones rusas. Con las ayudas militares de EE.UU. congeladas, la guerra se pone cuesta arriba para la meta ucraniana de liberar todas las regiones ocupadas.
Por los escasos resultados, Zaluzhni fue puesto en entredicho por su falta de eficiencia y llamado a la oficina de Zelenski. Fuentes de Ukrainska Pravda en el Consejo de Defensa y Seguridad Nacional (NSDC) citaron que el máximo responsable del Ejército «fue convocado y le ofrecieron otro puesto. Tal vez como embajador en algún lugar. Él se negó».
La desafección entre Zelenski y Zaluzhni ya ha sacudido los cimientos estatales de Ucrania. «El general Zaluzhni tiene una reputación de general de hierro y salvador de la nación, la encarnación de las Fuerzas Armadas Ucranias que salvaron al país. Despedirlo no solo sería un tiro enorme en el pie, también en la cabeza», escribió en redes el analista Ilia Ponomarenko.
Iuliia Mendel, antigua portavoz de Zelenski, también habló de una progresiva «desafección política con el liderazgo militar» que la oposición ha vilipendiado por desencadenar una ruptura nacional en torno al espíritu común ucraniano.
Zaluzhni no es solo un comandante. En Moscú lo ven como el enemigo a batir, mientras que el Instituto Internacional de Sociología de Kiev arrojó los resultados de una encuesta de popularidad y reveló que el general cuenta con el respaldo del 88 % de la población, muy por encima del 62 % de Zelenski. El choque entre ambos podría abrir una crisis peligrosa para Kiev.