Con rastros de sangre, ratones alterados genéticamente, suciedad subrepticiamente y agentes infecciosos potencialmente letales; el laboratorio clandestino que se presume realizaba prácticas químicas ilegales, fue vinculado con los chinos.
El pasado 17 de enero se confirmó la extracción y traslado de más de 800 contenedores cargados de estos materiales peligrosos.
Detrás de una valla verde temporal al amparo de una densa niebla un pequeño equipo de contratistas limpió la escena. La Agencia de Protección Ambiental (EPA) fue el encargado de limpiar el establecimiento.
Se sabe que, el dueño de este espacio fue acusado por los fiscales de vender pruebas de embarazo y COVID-19 fraudulentas. Además, se le acusó de mentir a agentes federales cuando se realizó el interrogatorio sobre el recinto clandestino.
Un reciente informe bipartidista del Congreso determinó que este mismo llegó a recibir importantes pagos financieros de China.
