El control de precios es una medida que algunos gobiernos implementan con el objetivo de regular la economía y proteger a los consumidores finales, sin embargo, esta estrategia tiene diversas desventajas que pueden tener un impacto negativo en la economía y en la calidad de vida de las personas, razón por la cual hablaremos sobre los problemas y desventajas del control de precios en los productos dentro de la sociedad.
Uno de los principales problemas del control de precios es que distorsiona la oferta y la demanda, creando de esta manera precios artificiales que no es acorde a la realidad, Cuando el gobierno establece un precio máximo para un producto determinado, es muy común que la demanda supere la oferta, lo que resulta en escasez de dicho producto, y como resultado de eso se genera el aumento de los precios de los productos escasos debido principalmente a la alta demanda y a la baja oferta; esto significa que los consumidores no podrán satisfacer sus necesidades, lo que genera frustración y malestar en la sociedad.
Además, el control de precios puede desincentivar la producción de bienes y servicios, ya no se arriesgará capitales cuando haya control en los precios ya que, si los precios están limitados y los productores no pueden obtener beneficios adecuados, pueden dejar de producir o disminuir la calidad de sus productos, que como consecuencia conlleva a una reducción en la oferta, lo que a su vez incrementa la escasez.
A nivel social también tiene un impacto el control de precios y la escasez cuando hay pocos productos disponibles, es común que surjan situaciones de acaparamiento o especulación de los productos y servicios, porque las personas intentaran obtener la mayor cantidad de productos escasos para luego revenderlos a un alto precio debido justamente a la alta demanda y a la escasez del producto o simplemente para satisfacer sus necesidades básicas.
Otra desventaja es que el control de precios promueve la aparición de mercados negros, ante la escasez causada por los precios controlados, muchas personas buscan adquirir los productos a través de canales no oficiales, donde los precios suelen ser más altos. Esto genera un mercado clandestino y aumenta la corrupción en la sociedad.
El control de precios también puede afectar negativamente a los pequeños comerciantes y productores, porque al establecer los precios máximos en los productos básicos, se limita su capacidad de obtener ganancias, lo que puede llevar al cierre de negocios y a la pérdida de empleos.
Además, el control de precios no toma en cuenta las variaciones de costos que enfrentan los productores, si los precios de los insumos o la mano de obra aumentan, los productores pueden tener dificultades para mantenerse a flote si el gobierno no ajusta los precios máximos. Esto puede generar pérdidas y quiebras en el sector empresarial.
A modo de conclusión podemos decir que el control de precios puede tener ciertos beneficios a corto plazo, como la reducción del precio de algunos productos. Sin embargo, sus desventajas a largo plazo son significativas y pueden tener efectos negativos en la economía. La distorsión de la oferta y la demanda, la escasez, la disminución de la calidad de los productos, la aparición de mercados negros y la pérdida de empleos son solo algunas de las consecuencias negativas que esta política puede generar.
Adam Smith consideraba que el control de los precios es perjudicial para la economía, ya que sostenía que los precios deben ser determinados por la interacción de las personas mediante la oferta y demanda y que los mercados sean libres y competitivos.
Si el gobierno intenta controlar los precios de determinados productos, esto genera como mencionamos ya con anterioridad una distorsión en la asignación de los recursos y desincentivar la producción y arriesgar capital.
Para Adam Smith, los precios de los productos es una forma de información en el mercado que a la larga ayuda tanto a productores y consumidores a tomar decisiones económicas racionales acorde a sus necesidades. Es importante que los gobiernos consideren no intervenir en la menos medida posible para regular la economía sin afectar el funcionamiento del mercado y el bienestar de los consumidores.
