Por Walter Paredes
Mientras prevalezca la desinformación, los intereses particulares y la tergiversación de las futuras decisiones que favorezcan a la nación y a sus pobladores, no vamos a concretar el anhelo del desarrollo pleno e íntegro; siempre va a ser una cuestión que nos debilita como un país que busca el bienestar general.
Los agitadores, evidentes enemigos que trabajan para el fracaso de este gobierno bajo el disfraz de una disidencia política-periodística, den lugar a manifestaciones y a los «atropellos» a la Constitución Nacional sin ningún sustento que pueda otorgar veracidad a sus preceptos negativos contra lo propuesto por este gobierno debe cesar, debemos romper con el autoritarismo al que tan acostumbrado está el paraguayo, por vez primera el diálogo y el aperturismo son el cimiento para el futuro de la política.
Las necesidades del ciudadano común no deben ser utilizadas para la consecución de intereses particulares, para extorsionar a nuestras instituciones y nuestros representantes.
El arkhé de esta vicisitud recae en mayor medida en la población que aún no aprende a informarse de manera cabal, que se deja llevar por sus pasiones ante un título, portada o encabezado siniestro generando el más doloroso paroxismo en detrimento del sacrificio diario de la población nacional.
Aun así, sigue siendo el único responsable de dicha coyuntura, pues permitió ser avasallado por el oportunismo de sectores políticos que hasta hoy en día siquiera presentaron 1 sólo proyecto de ley o iniciativa popular que produzca o intente producir cierto bienestar; se dejó avasallar por los dueños de los medios de comunicación que hostigan el trabajo del gobierno de Santiago Peña, bajo los presupuestos de distorsión y confusión.
A pesar de ello, la fe sigue intacta bajo la premisa de que en cada paraguayo sigue latente el concepto de que “La fuerza vence, pero no prevalece; impone, pero no subsiste; subyuga, pero no arraiga su predominio en las conciencias”; pues son eternas las conquistas del derecho y la razón. El llamamiento es a cada compatriota porque a pesar de sentirnos maniatados por el descontento de aquellos que ven el ocaso de la juerga y sus ocasiones de delinquir, emana un mandato de desenmascarar a los verdaderos enemigos del país que buscan hundirnos en el más oscuro averno, agruparnos como uno solo en torno a la bandera nacional, abandonado para siempre esas mezquinas rencillas dignas de las almas estrechas, operar una revolución en las opiniones bajo el sustento de noticias caracterizadas por la verdad, claridad y veracidad, pues este gobierno ha iniciado una política esencialmente en la probidad paraguaya, en la perínclita gloria de los libres, es el momento de la prueba para cada uno de nosotros.