sábado, 23 noviembre, 2024

La palabra de la cruz (5): Noé, un nuevo comienzo

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Desde el momento que empezó el diluvio hasta que decrecieron las aguas y Noé salió del Arca, pasaron 247 días u ocho meses. Luego “comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda.” (Gén. 9.20-21). Una parra tarda unos 4 a 5 años en dar fruto, y Noé tuvo que esperar todo ese tiempo para disfrutar de un buen vino, y se pasó un poco de copas. Personalmente no veo nada de malo en eso, y no concuerdo con los puritanos que dicen que Noé pecó en esto. Creo que se ganó el derecho de un buen festejo, además, no dice la Biblia que él haya hecho nada malo mientras estuvo “alegre”.

Digo que este hombre de gran valor se ganó ese derecho por lo siguiente: Solo imaginemos lo que es tener que construir un Arca (buque) en tierra seca y al mismo tiempo decir a todo el mundo que lo hace porque vendría un diluvio. No habrán sido pocos los que se habrán burlado hasta el hartazgo de esto. La Biblia no dice cuánto tardó Noé en construir el Arca, pero un buque de ese tamaño sin duda alguna habrá llevado años o decenas de años. La Palabra nos dice que fue hecho de madera de gomer (ciprés, una madera resinosa) y luego fue calafateado. Pero, primero se debían cortar los árboles, transportarlos al lugar de construcción, luego aserrarlos y cortar las maderas en las dimensiones requeridas para cada lugar del buque. Las herramientas eran completamente primitivas y manuales, por tanto, desde el corte del árbol, hasta la puesta en sitio de un pedazo de madera, debía llevar mucho tiempo. No olvidemos el sistema para subir estos grandes pedazos de madera y andamiaje necesario para la construcción, del cómo hicieron para unir las maderas entre sí, y tantos otros detalles de esta magnífica obra, pues no era un buque chico.

Las dimensiones eran aproximadamente de 155 metros de largo, 26 de ancho, y 15 de alto. Tendría 3 pisos, una sola ventana, y una sola puerta. (Gén. 6.14-16). Profesores de la Universidad Naval de Southampton (si mal no recuerdo), han estudiado este “buque” y calculado minuciosamente el tonelaje del mismo en su máxima capacidad de peso para determinar si el mismo era viable. Para su sorpresa encontraron que el centro de gravedad del mismo era perfecto. Para un buque de ese tamaño, y para esos tiempos, era imposible humanamente que Noé tuviera esos conocimientos de ingeniería y arquitectura naval tan precisos, ni qué decir construirlo. Curiosa cosa es que el buque no tenía timón.

Notemos, además, que el Arca tenía que tener además grandes depósitos de comida, los aposentos de la tripulación, cámaras para los animales, escaleras, pasillos, medios de provisión de alimentos y agua (aunque sean transportados por baldes), y también -entre muchas otras cosas- un sistema de desecho de los desperdicios de los animales, pues debía albergar tanto a Noé y su familia y a cientos de animales por un espacio de 247 días aproximadamente. (La foto muestra una réplica del Arca con sus dimensiones originales que se encuentra en Williamstown, Kentucky, y que le llevó 6 años construir al millonario holandés Johan Huibers, a un costo de US$ 100 millones).

Si luego de esa travesía, Noé se tomó la libertad de plantar una viña y esperar cuatro años para tomarse un vinito hecho del viñedo que él mismo plantó, no veo que sea nada reprochable. Lo que ocurrió luego, mientras él estaba tendido en su tienda, será nuestro próximo tema, porque lo que sucedió ahí es -también- un hecho altamente relevante para la historia de la humanidad, y que, una vez más, explica muchas cosas de gran importancia.

Pasadla bien y que Dios nos guarde y bendiga a todos.

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