El capítulo 1 del Génesis relata la creación, la cual se lleva a cabo en seis días literales, siendo el sexto el día en que Dios creó al hombre. De ahí que el número del hombre es seis. Ahí Dios crea el universo y la tierra en un orden fascinante al ver la correlación necesaria de lo que se va creando en forma de poner al final “en tierra habitable” a la obra maestra de Dios: El hombre.
El verso 26 reza lo siguiente: “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…”. Interesante es que dice “hagamos” y “conforme a nuestra semejanza”, determinando así, ya en al primer capítulo de la Biblia, la existencia de la Trinidad.
En el capítulo 2 ya da detalles de la creación del hombre, verso 2:6: “Entonces Yahvé Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” Ahora bien, esa palabra “vida”, en el hebreo original está en plural; jayim = vidas. Y cuando dice “vino a ser un ser viviente”, el término es nephesh hayah, que se traduce como ser viviente, o alma viviente.
Y es así, pues el hombre es en realidad un ser tripartito compuesto de espíritu, alma, y cuerpo. Los pueblos semitas sabían esta distinción, y mayormente los hebreos, pero los pueblos que habitaron en el Noroeste terminaron creyendo que tanto el alma como el espíritu eran la misma cosa, y ponían al hombre como un ser bipartita.
Pero veamos las funciones de estos tres elementos del ser humano y pondremos su equivalente en el griego, pues de esto se habla mucho en el Nuevo Testamento, mayormente escrito en griego koiné, que era el griego común usado por la mayoría de las naciones que estuvieron bajo la influencia apostólica de los primeros siglos de la expansión cristiana.
Espíritu, en griego = Pneuma = aliento, espíritu, viento, aire. (De donde viene la palabra Neumático).
Es el asiento de la conciencia, de la intuición, y también de la comunión con Dios (pues dice la Escritura: Dios es Espíritu). El espíritu es algo que no está bajo nuestro control y es el único medio por el cual nos podemos comunicar con Dios y Dios con nosotros. De ahí que lo hace a través del Espíritu Santo.
Alma, en griego = Psuje, o psiqué, es decir, la Psiquis = persona, ser, vida, entre otros.
Es el asiento de la mente, las emociones, y de la voluntad. La mente determina lo que pensamos, la emoción lo que sentimos, y la voluntad lo que queremos. Es por medio del alma que aprendemos, decidimos, sentimos, y expresamos esos sentimientos, etc. El alma del hombre está plenamente sujeta al hombre.
Cuerpo, en griego = Soma = De donde viene la palabra somático = Perteneciente o relativo a la parte material o corpórea de un ser animado (Real Academia de la Lengua Española). Algunas partes del cuerpo están sujetas a nosotros (a nuestra alma), pero otras no, (latidos del corazón, respiración, etc.).
Entonces, el ser que creó Dios, el hombre, y precisamente por ser creado por Dios, era primeramente no solo perfecto con uso del 100% de sus capacidades físicas, mentales (almáticas), y espirituales. Era un superhombre. Y, además, tenía vida eterna. La mujer, que según el relato bíblico procedió de Adán, tenía los mismos atributos. Ambos eran perfectos ante Dios y el Universo, y su comunión con Dios también era perfecta, ya que conversaban con él como lo hacemos con cualquier persona.
Pero en todo ese relato de la creación del hombre y de lo que Dios le mandó que haga (no entraremos en esos detalles) insertos en los capítulos 2 y 3 del Génesis, aparece una frase bastante peculiar, casi se diría como que descolocada. Dice en el capítulo 2 verso 25: “Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.” Extraña frase… pero ella serviría para explicar el acontecimiento más triste de la raza humana: La Caída del hombre en pecado.
Y se eso nos ocuparemos en la próxima entrega, si Dios lo permite.
Pasadla bien y que Dios nos guarde y bendiga a todos.