Los promotores de crear un Ministerio de Economía en reemplazo del Ministerio de Haciendo saben que tendrán a su disposición una herramienta poderosa. Es la planificación del desarrollo nacional, la sobre valoración de la participación del Estado sobre el individuo. Personas, familias y empresas privadas estarán supeditadas de un modo u otro a lo que los tecnócratas de turno digan y exijan se lleve a cabo.
Diseñar la planificación del desarrollo nacional como dice el proyecto no es un tema menor. Las medidas de incentivo fiscal o monetario y otros provenientes desde el gobierno de turno para hacer crecer la economía ciertamente podrán ser indicativos para el sector privado. Pero son de cumplimiento obligatorio para el sector público.
Y he ahí un problema. Esta aseveración no es garantía alguna para el sector privado.
Por el contrario, es hacer entrar al zorro en el gallinero porque siendo el sector público de naturaleza coercitiva entonces las “sugerencias” no son tales, son una obligación a cumplir. Esta es la esencia del Estado y no podría ser de otro modo a menos que deje ser tal.
Desde el momento en que las directivas estatales ingresan de un modo u otro en el sector privado y más en el sector de la economía como de la misma educación, lo que se tiene es el desplazamiento hacia un lado de la libertad de empresa, así como de la patria potestad cuando hablamos de las familias.
Cuando de un Ministerio de Economía se trata es como estar metiendo al zorro a cuidar del gallinero. Ya sabemos lo que ocurrirá.