domingo, 17 noviembre, 2024

El fracaso de la Concertación

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Foto Osmar Henry

El Tribunal Superior de Justicia Electoral cumplió un rol fundamental en la organización de los comicios generales, y una perfecta transmisión de resultados preliminares a tres horas del cierre de las votaciones ya arrojaba los resultados de la elección en cada departamento de la República para los diferentes cargos pugnados. Estas actualizaciones estaban dibujando una nueva realidad política sorprendente y pocas veces vista en nuestro país.

El Partido Colorado daba una demostración de fuerza impactante con sus números oficiales 1.292.079 votos en toda la nación, aunque variaron poco con respecto a las internas donde obtuvieron 1.199.000 votos. Es decir, todos sus votos «duros» fueron a respaldar de vuelta en las generales a la ANR como tradicionalmente ocurre. Hasta aquí es habitual observar lo que puede movilizar esta enorme agrupación con sus estructuras. La sorpresa se presentó en la diferencia que logró con respecto a la chapa presidencial de la Concertación Alianza por la Patria que fue más de 460.000 votos.

Y, en este sentido cabe mencionar que no ha habido derrota más estrepitosa para la oposición paraguaya en toda la era democrática como la del 30 de abril pasado. La «Concertación» solamente logró atraer a 830.842 electores, solo 300.00 votos adicionales más que en las internas del 18 de diciembre de 2022. Un rotundo fracaso. Y desde mucho antes de esa interna, más aún después, veníamos vaticinando con análisis de la realidad, que dicha oposición no estaba preparada para ganarle al Partido Colorado. Y no es un pecado no estarlo, pero sí abstraerse de esa realidad. Pudimos enfocarnos en espacios para el senado, donde hoy debemos conformarnos con 11 espacios nada más. Ni hablar de la cámara de diputados y menos de las gobernaciones, 2 de 17, ésa es la realidad. Se recuperaron dos departamentos Central e Itapúa, importantes, que deberán ser parte de la reconstrucción de la oposición y del PLRA para el futuro.

El efecto Payo Cubas hizo trizas las aspiraciones concertacionistas, si cabe el término, y tener un buen resultado en el congreso de la nación se convirtió en una plegaria y ruego espiritual. Es que los 331.657 votos que hizo la lista 911 le convierte en tercera fuerza política dentro del senado. Estos datos son reales. También el hecho de que Payo Cubas es ahora un líder político con representación en ambas cámaras. Esto quiere decir que, para las municipales, él y su espacio serán claves ante una eventual alianza, principalmente los departamentos de Central, Alto Paraná y seguramente Itapúa. El voto de Payo pertenece al que está enojado e insatisfecho con los partidos y la tradicional oposición. Una buena parte del pueblo quiere hacer sentir su descontento, necesita alguien que eleve su voz, que grite, y esta parte del electorado se convierten hoy en una fuerza política capaz de conquistar espacios, y Payo supo canalizar y movilizarlos.

El Partido Liberal debe comprender con todos sus afiliados que el personaje de Efraín Alegre, y sus ideas jamás serán suficientes para ganar y menos para unir. El Partido Liberal no necesita un mesías, ni un tendotá. El PLRA siempre construyó propuestas desde las bases y eso debe volver a ser la realidad de este espacio. En 135 años de vida institucional jamás se quedó sin representación en la cámara de diputados, hasta ahora. Grandes nombres del Partido Liberal han representado al electorado liberal asunceno, pero hoy ese electorado ha quedado huérfano. Muchas son las lecciones que los liberales debemos aprender, pero la más importante es y será siempre la defensa de la libertad, la propiedad y la vida son fundamentales, sobre estos derechos naturales debemos refundar el Partido Liberal.

Las consecuencias de una oposición poco seria, debilitada estructuralmente, mesiánica, sin propuestas y con mucho ataque no funcionan ni van a funcionar. Repito, 135 años de vida política debe enseñarnos algo, aprender a hacer bien las cosas, a gestionar el poder de otra manera, a comprender al electorado y respetar las bases partidarias, escuchar sus voces y darles espacio. Sintonizar con un pueblo paraguayo que está clamando efectivamente de dirigentes moralmente aceptables y con capacidad de gestión. Ése es el camino.

No hay dudas de la victoria del Partido Colorado, es legítimo y contundente. Esperemos que puedan gobernar estableciendo la paz, la armonía, el decoro y la capacidad de gestión como bastiones de esta nueva etapa política de la historia paraguaya.

¡Que Dios bendiga al Paraguay!

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