viernes, 22 noviembre, 2024

Caso Whittingslow y la guerra contra la Iglesia

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Hablaremos de asuntos candentes, como los que mencionaba ese gran Monseñor Félix Sarda y Salvany en su inolvidable obra “El Liberalismo es Pecado”, que debería ser añadida como apéndice a la Doctrina Social de la Iglesia, mínimamente.

Se acusa a la joven María Belén Whittingslow de haber formado parte, presuntamente, de un esquema de producción de documentos no auténticos, falsificación y alteración de datos; estos delitos fueron confesados por 37 de los 39 estudiantes involucrados quienes reconocieron el hecho y se les otorgó diferentes salidas procesales. Es decir que, jurídicamente hablando, es prácticamente indiscutible que el famoso caso de los “compra notas” está plenamente resuelto. Sí a esto le sumamos que los tres ex funcionarios de la Universidad Católica de Asunción, lugar donde sucedieron las felonías, también fueron sancionados, todo demuestra con claridad que no hay mucho que discutir al respecto.

Pero María Belén Whittingslow no sólo está entre los acusados del entramado sino que, supuestamente, fue la “mente maestra” junto a otro acusado, Leonardo Chung, que ahora está a punto de enfrentar Juicio Oral y Público por el tristemente célebre caso de los “compra notas” de la Universidad Católica, acaecido en el año 2014.

Hasta allí, este asunto quedaría meramente en los apartados judiciales y no tendría mayor relevancia sí no fuera porque Whittingslow, que actualmente se encuentra prófuga en el Uruguay, de un día para el otro afirmó que ella habría sido víctima de “acoso sexual” por parte de uno de los directivos de la mencionada universidad, el Dr. Cristian Kriskovich, que aunque a algunos no les guste, no debe ser confundido con su hermano Esteban. Según las leyes de la biología, podrán ser “de la misma sangre” pero no son “la misma persona”.

Ud. mismo puede realizar el experimento. Sí es que tiene un hermano, vaya y métale una bofetada en el rostro. ¿Le dolió a Ud. tanto como a su hermano? Pues eso. No me hago responsable de las consecuencias que puedan ocasionarse por dicho experimento, es bajo el propio riesgo de los que lo ejecuten…

Pues bien, se han dicho muchas cosas respecto al caso de Cristian Kriskovich y Belén Whittingslow. Han hecho recorrer imágenes de WhatsApp, los botarates de la prensa canalla y disparatera entregaron sus tarifados micrófonos a todo tipo de versiones. Cada vez que Esteban (el hermano del acusado Cristian, insistimos para los incrédulos con que, realmente, no son la misma persona) se presenta a pugnar por un cargo judicial, curiosamente, la historieta del “acoso sexual” resurge como por arte de birlibirloque. El que es un poco avezado ya entiende cómo viene la mano por esta parte.

Sin embargo, no pretendo erigirme en abogado de los Kriskovich, que son bastante duchos en esa disciplina como para defenderse solitos. Dios sabrá lo que hay en sus conciencias, que estoy seguro, habrán tenido y seguirán teniendo que cargar con muchos pecadillos. ¡Y que arroje la primera piedra el que esté libre de mancha! Para todo lo demás, los católicos tenemos ese poderosísimo sacramento de la reconciliación y, cuando existe verdadero arrepentimiento y perfecta contrición, Nuestro Señor Jesucristo, a través del sacerdote, nos concede la absolución completa.

Desde luego que los estrados judiciales se encargaron de determinar si las acusaciones vertidas por Belén Whittingslow en contra de Cristian Kriskovich eran verdaderas o falsas. En ese caso, todo sea dicho, tanto la Fiscalía como el Poder Judicial desestimaron, ya en el año 2015, las denuncias de “acoso sexual” realizadas por la prófuga en contra del docente y directivo de la Universidad Católica. Es cosa juzgada, con sentencia firme y ejecutada, pues la defensa de Belén Whittingslow, por inacción, omisión, falta de pruebas o todas juntas, no apeló la decisión tomada por los jueces hace más de ocho años atrás.

Quedó para la historia que el Dr. Cristian Kriskovich en realidad habría realizado un “galanteo”, según frase de su abogado y de los fiscales intervinientes pero que la conducta no encaja en el tipo penal que corresponde al “acoso sexual”. Mucho de esto podría discutirse en ámbitos serios o académicos, pero lo que está fuera de duda es que el docente, para las leyes vigentes, es inocente de lo que se lo acusó y que además, está comprobado que tiene pésimo gusto con sus pretendidas cacerías amatorias extramatrimoniales así como con sus “métodos de levante”, hablando mal y pronto. ¡Imagínate meterte en tantos problemas, no por Sofía Loren ni por Mónica Belucci, ni Michelle Jenner, ni Eva Green, ni Ana de Armas, ni siquiera una Marly Figueredo, sino por Belén Whittingslow! ¡Creo que hasta en el confesionario, Jesús, escuchando a través del sacerdote, pensaría antes de otorgarle la absolución: “de supina ignorancia padece ese pobre hombre, habiendo en Paraguay mujeres muchísimo más bellas, pero bueno, el mal gusto no es pecado”!

El Liberalismo sí que lo es. Y en ese sentido, la Universidad Católica cosecha lo que siembra. Porque ha sido política de ciertas élites eclesiales en este país dar apoyo irrestricto a los “católicos liberales”, que por definición, no son católicos al ser liberales. Este “matrimonio de malísima conveniencia” entre la Iglesia Paraguaya y una rancia pseudo aristocracia “liberal” así le ha pagado, siempre. Cuando Sabino Augusto Montanaro afirmaba que “subversivos se ocultaban detrás de la sotana”, no decía mentira alguna. Pensadores de antaño y presuntamente “católicos” de Paraguay, nunca se han destacado precisamente por la ortodoxia de su filosofía o teología. Adriano Irala Burgos era primeramente liberal, segundamente rousseauniano y en quinto lugar, católico, cuando eso no interfería con sus posturas tercera y cuarta. Efraín Cardozo enseñó varios años en el Colegio San José, pero desde luego que su liberalismo era su verdadera religión. Casos similares se dan en la actualidad, con docentes de la misma Universidad Católica, que son cualquier cosa menos unos “recios defensores de la fe”.

Había más catolicismo en Natalicio González, que proclamaba que “el liberalismo debía ser extirpado de la faz de la tierra” antes que en las revolucionarias y anticristianas posturas de muchas supuestas “luminarias” que ahora abundan en la Universidad que se dice “Católica” de la ciudad de Asunción. Hace falta que regrese el Tribunal del Santo Oficio… Porque pecados los cometemos todos, pero justificar ideológica y filosóficamente al error enseñándolo como una “sana doctrina” en instituciones que se dicen católicas, esto sí que es inaceptable.

No faltarán los que afirmen que “la Fiscalía y el Poder Judicial son un antro de corruptela incorregible, una mafia de logias del bandidaje más abyecto”, etcétera. Podrá ser cierto, pero no es justificación para huir de la justicia y no entregarse a ella; nos gusten o no, todos debemos afrontar a las instituciones establecidas para esos menesteres. ¿Acaso Sócrates, falsamente acusado, no prefirió morir con la cicuta, sometiéndose plenamente a las leyes de la decadente Grecia de su tiempo, dando una lección superlativa de valor, patriotismo y honestidad a sus discípulos?

¿Acaso Belén Whittingslow es Sócrates?

La primera pregunta se responde con “sí, según Platón, pero parece ser cierto que Sócrates fue un buen hombre, según modernas investigaciones”. La segunda cuestión, en cambio, se contesta con “no, la prófuga y presunta compra-notas Belén Whittingslow está muy, pero muy lejos, de dar lecciones socráticas a nadie”. No se le pide, empero, que beba cicuta. Esos métodos están demodé. Solamente queremos que la joven responda ante la justicia por lo que se le acusa, como lo hicieron sus 37 compañeros, que podrá decirse de todo sobre ellos pero al menos fueron valientes y se hicieron responsables de sus faltas.

Repito, no quiero que Belén Whittingslow beba la cicuta… No sé por qué se están riendo, soy sincero, no quiero que beba la cicuta. Sólo que diga la verdad. ¡La verdad te hará libre, Belén!

Y ahora que tengo vuestra atención.

Este caso ha sido instrumentalizado de varias maneras. Una de ellas ya la señalamos en los párrafos anteriores, pero las otras se resumen como sigue.

Primero, es un contrataque de los grupos liberales y progresistas (valga la redundancia) en contra de la figura del Rector de la Universidad Católica, Padre Narciso Velázquez, al que consideran como un “escollo” en sus agendas políticas e ideológicas. Recordemos que Narciso Velázquez tiene mucho peso como titular del Consejo Nacional de Educación Superior (CONES) y algunos han dicho, abiertamente, que “no quieren a un sacerdote en dicho lugar”. ¡Yo tampoco quiero a liberales en el Poder Judicial, pero de eso nadie se queja!

También, es una forma de mantener un discurso radicalizado y fanatizado de ciertos grupos enemigos de las causas “provida y profamilia”, que en el Paraguay son ampliamente mayoritarios. Es más o menos idéntico a lo que pasa con el caso de la explotación sexual de mujeres en los alrededores de la Terminal de Asunción. Los “provida y profamilia” están completamente en contra de dicha situación y si tuvieran poder, buscarían la manera de solucionarlo; pero el asunto es utilizado como un “garrote” por parte de los liberales y progresistas (valga la redundancia) para atacar a sus rivales, pues en el fondo, a ellos no les importa la vida de ninguna sola mujer vulnerable o potentada. ¡Al fin y al cabo, los “progres” quieren que a esas jóvenes se les haga “ligadura de trompas” y que se les ponga a abortar, con lo que demuestran el “mucho amor” que sienten hacia ellas!

Finalmente, es una manera de atacar, en general, a la Iglesia Católica. Es la vieja guerra de los siervos de Lucifer contra los de Cristo. Por ejemplo, cuando involucran en todo este asunto al Arzobispo Emérito Don Edmundo Valenzuela, quien se ha limitado a que los estrados judiciales resuelvan la situación y que la Universidad actúe dentro de lo que establece su autonomía. Entonces, vayamos a lo más básico y sencillo: sí en el 2015 se demostró que Cristian Kriskovich es “inocente” de lo que se lo acusó y en cambio, Belén Whittingslow se encuentra prófuga de la justicia hace años, sin responder por el ampliamente comprobado delito de los “compra notas”, ¿qué tenía que hacer el Arzobispo Valenzuela? ¿Castigar al “inocente” y premiar al “culpable”?

Parece ser que algunos no tienen la más mínima noción del derecho de los seres humanos. Un hombre cuya inocencia está firme ante los estrados judiciales desde el 2015, tiene derecho a que su reputación y buen nombre (más allá de sus presuntos galanteos de indudable mal gusto) sean defendidos y resarcidos públicamente. ¿Qué error puede haber en esto?

En cambio, sí es horripilante y despreciable que la prensa canalla haya difundido presuntas versiones sobre hipotéticos intentos de “extorsión” con los que, supuestamente, gente del Arzobispado de Asunción habría pretendido “comprar” el celular o la misma conciencia de la prófuga de la justicia paraguaya Belén Whittingslow, que justamente está siendo acusada de ser “compra notas”. ¿Tienen acaso una sola prueba de lo que dicen, o de nuevo, hay que creer a “pies juntillas” las versiones maliciosas de los mismos que hasta hoy se rehúsan a responder por sus delitos de los que se los acusa?

Al fin y al cabo, este asunto, como muchos otros, ya hemos dicho, se utiliza como un “garrote mediático” en contra de los grupos provida y profamilia, así como de la misma Iglesia Católica. ¡Nada nuevo bajo el sol! Lo han hecho una, diez, cien, mil y un millón de veces los enemigos de la cristiandad.

Lo que sorprende (ma non tanto) es que Su Eminencia, el Cardenal Adalberto Martínez, haya tomado una extraña intervención en este asunto engorroso y en el que no tenía arte ni parte. Cierto es que la Iglesia Católica (contrariamente a lo que dijo la madre de Belén Whittingslow) siempre ha sido rápida en pedir perdón por sus faltas y reconocer sus errores. Predica con el ejemplo, tarde o temprano.

Pero la pregunta es: ¿cuál error se atribuye, en este caso particular, a la Iglesia? Tenemos a un hombre cuya causa le fue favorable en el 2015 y su inocencia permanece firme y tenemos a una mujer acusada de “compra notas” que tiene todas las de perder ante la justicia y que se encuentra, hace casi 10 años, prófuga.

¿Qué está pasando acá, Su Eminencia? Una cosa es buscar la reconciliación y la paz, otra muy distinta es alentar la injusticia y la mentira. Y la cosa se agrava cuando su propio ordenador sacerdotal, el Cardenal Séan Patrick O’Malley, entra a meterse en un asunto que no le compete y del que probablemente, poco o nada sabe a ciencia cierta, puedo estar bastante seguro de ello y Dios me perdone. Quizás en los Estados Unidos, de donde proviene Su Eminencia Don O’Malley, están muy acostumbrados a “ceder” ante la presión mediática y a “entregar el marrón”. Pero los paraguayos creemos en la Verdad y en la Justicia, incluso cuando estamos rodeados de corruptela atosigante, sabemos que “un reloj parado marca la hora correcta dos veces al día”.

Luego recuerdo que a nuestro querido Cardenal Adalberto le encanta sacarse fotos con el Embajador N° 108 de los Estados Unidos, el verdadero “Virrey del Paraguay”. Quiero suponer que en sus charlas, el actual Arzobispo de Asunción habrá aprovechado, al menos algunos minutitos, para predicar al representante diplomático yanqui que “la sodomía es un crimen contra la naturaleza”, que “Dios ama al pecador pero aborrece al pecado” y que el pueblo paraguayo se opone absolutamente a la cultura degenerada del liberalismo anglosajón. He tardado 30 segundos en redactar este párrafo, supongo que el Cardenal Adalberto Martínez, Príncipe de la Iglesia y con una formación intelectual elevadísima para defender los dogmas del catolicismo, habrá utilizado al menos 15 segundos para decírselo al Embajador de los EEUU.

Porque sí tan “suelto de cuerpo” intervino en el asunto de la Universidad Católica, no precisamente para defender la integridad y la honestidad de los funcionarios eclesiales acusados de todo tipo de cosas por los botarates tarifados de la prensa canalla, imagino que también ha tenido el birrete “bien puesto” para decir al representante del “Gran Satán” en Paraguay, que nuestro país resistirá y seguirá resistiendo “con sus pechos como murallas” contra su “penetración y colonización ideológica”, cuyo rostro más visible es la llamada “ideología de género”, como diría el mismísimo Papa Francisco.

¡Me imagino que se pronunciará al respecto, Eminencia!

Porque, para dejar que manden “al muere” con todo tipo de patrañas a su antecesor en el episcopado de Asunción, que seguramente tuvo sus errores pero que nunca, jamás claudicó un milímetro en su lucha contra la “ideología de género”, el “aborto” y otras perversiones promovidas por el mundo anglosajón para destruir a la cristiandad, para eso, aparentemente, no se espera intervención alguna por parte suya en favor de la Iglesia.

Pero quizás me equivoque y pido perdón sí esto pasa. Tal vez, desde un inflamado púlpito, sea el Cardenal Adalberto Martínez el que grite a los cuatro vientos que “el liberalismo es pecado” y que en la República del Paraguay, mientras exista un solo católico dispuesto a defenderla, no se aceptará jamás a las imposiciones del “colonialismo ideológico y cultural” de los Estados Unidos de Norteamérica, que pretende infligir al mundo los dolores de sus propias disforias mentales en el clímax de su decadencia imperial.

¿Quién diría que el asunto, en apariencia insignificante, de Belén Whittingslow tendría tantas ramificaciones?

Ojalá esta joven pueda someterse a la justicia, para su propio bien y el de toda esta sociedad. No le deseamos el mal, a diferencia de sus allegados, que la instrumentalizaron, que la están utilizando horriblemente y que la han puesto en el ojo de la tormenta con fines perversos y contrarios, como siempre, al catolicismo. Porque señores, una vez más, la lucha es de la Santa Iglesia Católica contra sus viejos y eternos enemigos, que están infiltrados en todas partes.

Aquí somos bastante conscientes del asunto. ¿Será que nuestros más encumbrados representantes eclesiales lo son?

Post Scriptum: Aldo Moro, más allá de su cruel asesinato, no fue un “santo”. Vivir transando y cediendo con los marxistas y liberales italianos es imperdonable desde la doctrina católica. ¿Pero quién soy yo para juzgar? Yo me entiendo, y algunos también me entenderán en este punto, no pienso dar explicaciones. Natalicio González es el que tiene razón en este punto: el liberalismo debe ser extirpado de la faz de la tierra. Se debería empezar en la Universidad Católica de Asunción. Amén.

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